ROCKNROLLA (2008) de Guy Ritchie

LA REDENCIÓN DE GUY RITCHIE

Guy Ritchie ha vuelto... hasta cierto punto. Escarmentado de su frustrada etapa de ‘autorreinvención’, con la imperdonable Barridos por la Marea (2002) y la aparatosa Revolver (2005), el cineasta británico vuelve a aferrarse a su fórmula ganadora, aquélla que lo erigió como director de culto a finales de los noventa: excéntricos maleantes de poca y mucha monta con nombres extravagantes, un abanico de historias enmarañadas (cada cual más delirante), diálogos ingeniosos e hilarantes, escenas electrizantes, manguis, macarras, yonkis, soplones, puños y balas. Todo un batiburrillo frenético y desternillante de estética videoclipera por las corruptas calles de Londres, acompañado de una excelente banda sonora (especialidad de la casa).

Los barrios bajos y poblados de chabolas londinenses son desplazados esta vez por locales ‘cool’ y rascacielos de la ‘City’; el tráfico de drogas y amaño de combates dan paso a la especulación inmobiliaria; las drogas, armas y diamantes son ahora cuadros y licencias urbanísticas; Jason Statham pasa a llamarse Gerard Butler; y, por primera vez, un personaje femenino cobra relativo protagonismo. Pero, a pesar del enmascaramiento, RocknRolla sigue siendo más de lo mismo. Guy Ritchie vende su alma al Diablo a cambio de redención, reconciliación con su público y, por qué no, de una gallina ponedora. El inglés se abona a la moda de ‘remakear’ y se copia a sí mismo, algo, por otra parte, completamente lícito.

El riesgo de este estratagema es su inevitable carácter de arma de doble filo: ofrecer ‘bueno conocido’ es apostar a caballo ganador, pero también impulsar la comparación, y RocknRolla sale mal parada al cotejarla con sus brillantes predecesoras: Lock & Stock (1998) y Snatch. Cerdos y Diamantes (2000). La cinta funciona, engancha, divierte, excita y encandila a ratos, con magníficas escenas, como la persecución de los matones rusos o el ‘incidente’ con el portero de discoteca, pero le sobran minutos y se excede en verborrea. Sus personajes ya no tienen el encanto y frescura de los Harry ‘El Hacha’, Tony ‘Dientes de Bala’, Boris ‘El Navaja’, Avi, Rory Breaker… sólo Lennie Cole (Tom Wilkinson) y Archie (Mark Strong) están a la altura; sus diálogos no son tan mordaces y perdurables, ni sus escenas tan turbadoras, ni tampoco su final tan impactante… Las comparaciones son odiosas, pero, Guy, tú te lo has buscado.

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