ROCCO Y SUS HERMANOS – Rocco e i suoi fratelli (1960) de Luchino Visconti
EMIGRACIÓN E INTEGRACIÓN
Podría decirse que durante diez meses, desde septiembre de 2008 hasta junio de 2009, fui ciudadano milanés. Un ave de paso, en efecto, pero durante el tiempo suficiente para experimentar un inevitable proceso de integración. Insistiré en este término a lo largo de todo el texto, ya que lo considero fundamental (1). Tal y como sucede a Simone, el segundo de los hermanos Parondi, mi fascinación por la capital lombarda fue absoluta desde que puse mis pies en la Stazione Centrale de Milán, punto exacto en el que comienza Rocco y sus hermanos (Rocco e i suoi fratelli), obra maestra absoluta del melò italiano.
La llegada de la familia Parondi a Milán es, en efecto, el punto de partida más lógico para narrar la historia de una de tantas familias del sur de Italia que a lo largo de todo el pasado siglo huyeron hacia el norte en busca de una vida mejor. Sin embargo, la versión definitiva del guión de Rocco y sus hermanos comenzaba en la localidad de Luca, pueblo natal de los Parondi. Un episodio que, de hecho, nunca fue rodado.
Así, nos hayamos ante una familia cuyo origen se evoca a lo largo de la cinta, pero nunca llega a verse. De modo análogo, en el epílogo del film, tampoco se nos muestra la fábrica en la que trabaja Ciro, único de los hermanos Parondi capaz de lograr integrarse de modo no traumático en la nueva realidad social, económica y productiva del Norte. De este modo, tal vez resulte incluso más significativo que lo que nos es mostrado, lo que no lo es, lo que permanece fuera de campo. En otras palabras, no se nos muestran los dos lugares y tiempos en los que la familia Parondi vive integrada en su entorno.
¿Cuál puede ser la explicación de esta omisión? Tal vez, el interés de Luchino Visconti no sea tanto el proceso de integración de la familia lucana, sino el tránsito entre ambas integraciones. De este modo, el foco dramático es depositado en torno a la “deconstrucción” identitaria y el proceso de redefinición de sí mismos de un grupo de personajes arrancados de su tierra de origen y obligados a adaptarse a un nuevo e inédito contexto.
Yo mismo puedo identificarme en algunas de las fases de la evolución de los hermanos Parondi. El hechizo inicial de Simone, el sentimiento de no pertenencia de Rocco (Alain Delon), el empeño por adaptarse de Ciro, las esperanzas de Luca… No en vano, mis dos sucesivos compañeros de habitación eran napolitanos, es decir, terroni, o, lo que es lo mismo, hombres del deficiente sur en busca de un buen futuro en el próspero norte. Aún en pleno siglo XXI, continúa presente en el país trasalpino la distinción entre gente del norte y gente del sur, con todo lo que estas etiquetas conlleva.
El desarraigo de los Parondi es acentuado a través de la figura del omnipresente padre ausente. Es vital señalar que Rocco y sus hermanos son huérfanos. Por lo tanto, emprenden una incierta y drástica aventura en ausencia de una figura de autoridad que pueda guiarlos, manteniendo la ligazón de estos con los valores y las costumbres de su tierra natal. Esto provoca que ellos ejerzan de padres entre sí, con una jerarquía que no sólo atiende a la edad, sino al nivel de integración que cada uno de ellos ha podido desarrollar en su nuevo entorno. Así, podría hablarse de diferentes niveles de integración para cada uno de los cinco hermanos.
Vincenzo, el mayor, es el único de los Parondi que ya ha experimentado este proceso cuando el resto de su familia llega a Lombardía. Por su parte, Simone, segundo en edad, padece una integración rechazada. Rocco, tercero en discordia, no vive una integración rechazada, sino que rechaza la integración. Ciro, en cambio, acepta este proceso y logra llevarlo a cabo. Por su parte, Luca, el benjamín, experimentará una evolución diferente a la de sus hermanos mayores, ya que el proceso de integración será menos traumático en su caso. No es casualidad, por lo tanto, que Rocco ocupe la posición central en edad, siendo el punto de equilibrio entre la integración completa (Vincenzo) y la integración por completar (Luca). En este sentido, resulta conmovedor el último plano del film, en el que el menor de los Parondi avanza con paso firme hacia un horizonte incierto. Este plano representa, sin duda, la esperanza.
Rocco y sus hermanos sigue acertadamente la estructura melodramática del contraste o la alternancia entre la armonía y la desarmonía. Así, situaciones aparentemente armónicas y serenas pueden verse bruscamente comprometidas por la irrupción de un elemento inesperado. Prueba de ello es la llegada inicial de la familia Parondi a casa de la familia de Ginetta (Claudia Cardinale) o la aparición final de Simone en su casa mientras los suyos celebran la victoria de Rocco sobre el ring. Del mismo modo, también la propia escena de la pelea de Rocco se desarrolla con un montaje paralelo al asesinato de Nadia por parte cometido por Simone. Sobresaliente es, en este sentido, el hecho de que, mientras el entrenador de Rocco ordena al púgil a “cubrirse” de los golpes de su adversario, Simone ordena a Nadie “cubrirse” del frío.
Al contrario que en el caso de otra excepcional película estrenada en 1960, La aventura de Michelangelo Antonioni, la arquitectura visual de Rocco y sus hermanos se caracteriza por la sobriedad y el sometimiento a su discurso narrativo. Un discurso cuyo conflicto no es tanto de carácter social, sino individual. No nos hallamos ante una película que contenga una fuerte denuncia social. Es más, los Parondi llegan a una ciudad que no se muestra hostil, donde no son víctimas de rechazo o discriminación. Por el contrario, el obstáculo de la familia meridional no son las gentes del norte, sino su modo de vida. La modernidad y, sobre todo, el consumo, serán por lo tanto, las trabas para la integración de los recién llegados.
El drama de Simone nace de su incapacidad para resistirse al materialismo que ofrece Milán. Ya en la primera escena de la película el joven se muestra fascinado por las luces de los escaparates que ve desde el tranvía. Así, pare poder satisfacer sus deseos materiales, Simone recurre sistemáticamente al hurto. Por el contrario. Rocco no es víctima de impulsos materialista. Es más, no se siente atraído por la modernidad. De hecho, en una escena de lo más inteligente, Rocco ni siquiera sabe como entrar en el coche de Nadia. El personaje que encabeza el título de esta cinta, por lo tanto, será quien trate de mantener los valores tradicionales de su familia. De ahí que el conflicto de Rocco sea su sufrimiento al vivir en un eterno conflicto entre la fidelidad a su familia o a sus necesidades individuales, entre seguir las leyes de la sangre o las de la sociedad civil. En definitiva, la duda entre mantener o no su lealtad a una familia autodestructiva, un tema capital en el cine de Visconti, también presente en la anterior La terra trema y la posterior La caída de los Dioses.
(1) Gran parte de este análisis se basa en el trabajo del crítico italiano Gianni Canova, al que tuve el placer de tener como profesor en la Università IULM de Milán y en cuyas lecciones sobre Luchino Visconti me inspiro para desarrollar este texto.
TITULO ORIGINAL Rocco e i suoi fratelli
AÑO 1960
DURACIÓN 170 min
PAÍS Italia
DIRECCIÓN Luchino Visconti
GUIÓN Suso Cecchi d'Amico, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa, Enrico Medioli y Luchino Visconti, basado en la novela de Giovanni Testori
MÚSICA Nino Rota
FOTOGRAFÍA Giuseppe Rotunno
REPARTO Alain Delon, Renato Salvatori, Annie Girardot, Katina Paxinau, Claudia Cardinale, Spiros Focas, Max Cartier, Rocco Vidolazzi, Roger Hanin, Paolo Stoppa, Suzy Delair
Qué gran película! Qué gran ciudad y qué gran crítica!