NOVOS CINEMAS 2020: LA CRÓNICA (I)
LUCES EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Sobra decir que está siendo un año muy difícil para la cultura en general y el audiovisual, desde luego, no supone una excepción a la norma. Si ya el escenario se antoja bastante incierto para las salas de exhibición convencional, con las majors aprovechando la coyuntura para ir a por todas con sus ambiciones monopolísticas, imagínense para los certámenes que buscan dar visibilidad a nuevas voces creativas fuera de los grandes circuitos de distribución como es Novos Cinemas. Pero si hay algo a lo que la pandemia no ha podido derrotar es a la pasión por las artes y el equipo liderado por Suso Novás y Dani Froiz ha conseguido sacar adelante un año más esta cita en Pontevedra, en esta ocasión con la necesaria colaboración de una plataforma de exhibición en línea como es Filmin.
Sin más, os cuento mis impresiones sobre los títulos que he podido ver hasta la fecha.
LÚA VERMELLA (2020) de Lois Patiño: diálogos intimistas con ultratumba
El encargado de abrir esta ya 5ª edición (o 6ª, si contamos la preliminar) fue uno de los nombres más destacados del Novo Cinema Galego, Lois Patiño. Siete años después de Costa da Morte nos presenta una nueva propuesta que conforma con aquella una suerte de díptico, en palabras del propio cineasta. Partiendo de un espacio con una relación tan particular con el mundo de los muertos como el rural gallego, también en lo que al folclore se refiere (la presencia de la Santa Compaña es una constante en la película), Patiño nos muestra un diálogo muy particular e íntimo de los vivos con los muertos a través de un encadenamiento lineal de planos estáticos, en un formato cercano a la fotonovela y a los tableaux vivants, a base de rostros y voces anónimas, con notables referencias pictóricas y nutriéndose de las propias historias y leyendas de las gentes del lugar. Si bien esa linealidad de los dos primeros actos deriva en una cierta monotonía, en su último acto, puramente visual, se produce una sublimación: lo sensorial supera por completo a lo racional y la imagen se come por completo al verbo, ofreciéndonos una experiencia bastante estimulante.
IL N'Y AURA PLUS DE NUIT (2020) de Éléonore Weber: la guerra (de verdad) desde las alturas [Sección Oficial]
De una aproximación a la frontera entre lo pictórico y lo narrativo pasamos a un ejercicio insólito de metraje encontrado, basada en las grabaciones de los helicópteros militares en las guerras en Irak, Afganistán o Siria. Lo que de primeras puede parecer un gameplay hiperrealista del Call of duty, una crónica de los asesinatos indiscriminados de personas (muchas de ellas civiles) en clave de minuto y resultado, esconde un reflexión sobre dos procesos aparentemente antagónicos pero, paradójicamente, complementarios: por un lado, la progresiva deshumanización de los soldados "anónimos" a bordo de esos helicópteros, que llegan a tomárselo como si efectivamente se tratase de una partida de videojuegos con los colegas. A la vez, se reivindica la humanidad de esos objetivos que, aunque representados a través de siluetas y contados como meras cifras, no dejan de ser personas, víctimas indiscriminadas de un conflicto. Un enigmático epílogo parece extender esa misma humanización a los propios ejecutores, mostrándonos la antesala de su regreso a casa y los familiares que los esperan.
MOSQUITO (2020) de João Nuno Pinto: viaje al corazón de las tinieblas [Sección Oficial]
El título de esta reseña no es casual, pues esta película portuguesa bien podría colar como la historia de origen del Coronel Kurtz de Apocalypse now. Con una cuidada factura visual y un montaje juguetón, intencionadamente confuso por momentos, el cineasta nos introduce en lo más profundo de una selva de Mozambique, en un frente de batalla de la 1ª Guerra Mundial con muy poco recorrido por la ficción. Este relato de desventuras, viaje al abismo y descenso a los infiernos, encarnado en un joven soldado idealista que enseguida cede a los delirios de lo marcial… y lo salvaje. Aparte de incidir de manera muy elegante, más transversal que nuclear, en temas como el racismo, el colonialismo o el ego del macho, Pinto sabe huir de todos y cada uno de los pantanosos lugares comunes en los que podría caer. El momento de máxima comunión del protagonista con "los salvajes", por ejemplo, lejos de derivar en otra Bailando con lobos de turno, funciona realmente como una pausa y un paso más de este acelerón sin frenos hacia el centro de la locura. Una virtud que alcanza su máximo apogeo en un acertadísimo desenlace, que consigue huir de todas las opciones más predecibles que podían darse.