LA CABINA. III FESTIVAL INTERNACIONAL DE MEDIOMETRAJES DE VALENCIA
Algunos retales del III Festival de Mediometrajes de Valencia
Por tercer año se ha celebrado en el MuVIM (Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat) el Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia “La Cabina”, organizado por el Aula de Cinema de la Universitat de València. Entre el 19 y el 29 de noviembre se han podido ver 20 piezas de este tipo.
Los mediometrajes parecen vivir en tierra de nadie y, ahora que ha pasado el festival, la sensación que se mantiene en mí es que algunos merecen estar en esa posición. La gran virtud de los mediometrajes es que, como género “entre”, se puede (casi se debe) profundizar en aspectos como la construcción de personajes, de tramas, la resolución de las mismas etc. Sin embargo, algunas propuestas parecen simplemente un corto alargado, cosa que no beneficia ninguna de las dos prácticas y contribuye a que, efectivamente, el mediometraje siga estando en tierra de nadie.
Eso, al menos, en los ámbitos más cercanos, pues en países de Europa como Alemania u Holanda es mucho más habitual rodar mediometrajes antes de pasar a un largometraje. De hecho, una de las propuestas exhibidas pertenece a un ejercicio de clase. Se trata de Por Miriam (imagen de cabecera de este artículo) y ha sido uno de los mediometrajes destacados del festival. Está dirigida por el alemán Lars-Gunnar Lotz. Tuvimos la suerte, los que acudimos al pase del sábado, de tenerle a él personalmente para presentar su propuesta. Un mediometraje con una buena fotografía, personajes trabajados y, lo que es más importante, una historia que mantiene la atención. El detonante que marca el devenir de la narración es un accidente de coche. Una joven motorista pierde la vida al chocar contra el coche de Karen. El sentimiento de culpa que ésta última podría tener se ve agravado por el hecho de que el hermano de la fallecida es alumno de Karen en el instituto donde ella trabaja. A partir del accidente, se profundiza en cómo sobrellevan la pérdida los personajes, especialmente, Karen (siempre con unos tintes comedidos intuitivamente identificados por cualquiera con las actitudes alemanas). El mediometraje llega a un final bastante abierto y, aunque el director fue preguntado por ello, prefirió dejar margen al espectador para que generara su propia interpretación.
Por otro lado, el mediometraje exhibido más original ha sido It's Nick's birthday. Se trata de una comedia musical grabada en Super8. De hecho, casi podríamos hablar de metagénero, pues el director pone en escena los clichés del género para después reírse de ellos. Los personajes recuerdan a esos jóvenes franceses post-mayo del 68 (Jean Eustache y la tropa de La mamá y la puta, por ejemplo), que ya no saben muy bien qué camino tomar, ni siquiera saben si existe tal camino. Son personajes desencantados, que están en la victoria del desierto, pero, por ser contemporáneos, se trataría de vivir en una “apatía new-look” por tomar prestadas palabras de Lipovetsky. Los personajes, entre la estética pop y lo povera, parece que sólo viven un poco cuando cantan, pero lo torpe de sus movimientos les hace permanecer en lo mundano.
Los componentes negativos del festival fueron lo malogrados que resultaron algunos pases, en los que esta imposición cada vez más habitual del cine que no es cine, sino DVD (en DivX, como dejaba clara la pantalla al inicio de cada proyección) nos dejó a los asistentes, efectivamente, sin cine en algunos minutos. Si, además, tenemos en cuenta que la sala no era sala de cine, sino de actos y que varios mediometrajes no eran mediometrajes, sino cortometrajes con relleno, cabría preguntarse si es ésa la línea que debería seguir el festival.
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