CARTÓN PIEDRA – ‘SERENA’, de Susanne Bier

SERENA (2014) de Susanne Bier

Lo mejor de Serena es que no es tan mala. Lo peor, que es bastante mala. Lo tenía todo y se queda en nada. Basada en el best seller de Ron Rash, dirigida por la ganadora del Oscar Susanne Bier y protagonizada por una de las parejas actorales más rompetaquillas y arrasapremios, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper. Y todo eso para nada. El producto final se parece a un clásico de los años sesenta que ha envejecido mal con los años. Una obra obsoleta desde su estreno, vieja, caducada.

La historia sigue a George y Serena, una joven pareja que en 1929 se muda a las montañas del norte de Carolina para emprender un negocio maderero. El negocio marcha relativamente bien, con algún altibajo aquí y allá, pero no importa porque se tienen el uno al otro y eso es suficiente,... hasta que deja de serlo. La pobre Serena pierde al hijo que esperaba y, tras la intervención, los doctores dictaminan que es imposible que vuelva a quedarse embarazada. Y, claro, Serena se vuelve loca. Pero muy loca. Tan loca ella que decide que el hijo de otra debe morir, porque ese hijo es de George, de una relación previa a su matrimonio. Lo que sigue a esto roza el bochorno. A Jennifer Lawrence le dan una Lady Macbeth mal escrita y ella realiza una interpretación que es para quitarle el Oscar. No me creo su risa, ni su llanto, ni su locura.

Mientras tanto, Bradley Cooper se defiende con una interpretación no mucho mejor que la de su compañera, pero que amablemente se podría calificar como mediocre. Su George es un hombre atrapado entre la presión del sheriff local para que venda sus propiedades y su amada Serena, que lo colma de amor primero y lo lleva por la calle de la amargura después. Y vive obsesionado con cazar una pantera, que es una metáfora de algo pero no sé de qué. ¿Representa la pantera  lo salvaje, del mismo modo que Serena, y lo que quieren decirnos es que lo salvaje es indomable y nos conduce a la muerte? Si es eso, podían habérselo ahorrado.

No todo es terrible, aunque casi. El diseño de producción es notable, y la fotografía a ratos deslumbrante. El problema de todo es que el conjunto parece construido con cartón piedra. Un melodrama de estas dimensiones debería saturar la pantalla de sentimiento, pero el resultado es frío y sin corazón, tanto en el aspecto formal como en el contenido.

Al final, lo que sacamos de positivo es que no hay fórmulas infalibles para el éxito, y que la suma de varios factores de calidad no garantiza un resultado a la altura. Una pena. Y pena también por Lawrence, que en su afán de Oscar va a tener que conformarse con el Razzie.

Ficha técnica