SUPERHÉROE DE BARRIO – ‘CON LA MAGIA EN LOS ZAPATOS’, de Thomas McCarthy
CON LA MAGIA EN LOS ZAPATOS – The cobbler (2014) de Thomas McCarthy
No me queda otra que comenzar esta reseña con un ataque a la más que torpe traducción del título original. Para empezar, Thomas McCarthy (premiado en Sundance y Donostia por su ópera prima Vías cruzadas) y su equipo creativo no tienen culpa de que un ex presidente del Gobierno se apellide como el oficio que da título originalmente a la película. Y en segundo lugar, más importante, que el título en español orienta la recepción inicial de la película por el mal camino, ensalzando incluso sus aspectos menos afortunados en detrimento de aquellos más interesantes.
Me explico. No estamos ante un cuento de hadas contemporáneo ni nada por el estilo, ni siquiera ante un relato que abrace especialmente, en esencia, las características de la fábula, pese a sus toques de magia y leyenda. Se trataría, en todo caso, de un viaje del héroe de corte muy minimalista, de bajos vuelos, un poco a lo Frank Capra, de hombre corriente enfrentado de repente al mundo, a la sociedad, a algo muy superior a su ser. Sólo que aquí ese algo a lo que se enfrenta nuestro protagonista, un Adam Sandler generalmente contenido pero rozando la poca credibilidad en momentos puntuales, responde a lo desconocido, a lo insólito, a lo inexplicable, que de manera muy acertada se nos presenta de golpe, sin anestesia.
Semejante coyuntura mágica-mitológica avanza con un muy logrado crescendo pero se empantana en cierto modo en su tercer acto, sin que por ello el resultado final, de acuerdo a lo que se promete y se ofrece, quede especialmente dañado ni la comedia ligera deje de funcionar. Pero sí choca, cuando menos, que el buen hacer inicial de un cineasta curtido en la escena independiente caiga, a medida que avanza el metraje hacia su fase final, en ciertos vicios más propios de las fábulas y relatos “mágicos” hollywoodienses: buenismo motivacional (el heroísmo de la gente corriente hacia sus semejantes), aceleración y atropello de situaciones inverosímiles y deus ex machina por doquier. Ahí es cuando el relato sí se mimetiza, muy a su pesar, con el desafortunado título que la idiosincrasia española le ha encasquetado.
Todo ello no es un crimen para una propuesta con bajas ambiciones, que pretende poco más que resultar “simpática” y agradable al espectador, pero sí una chinita, un “defecto de fábrica”, de esos que determinan la frontera entre lo “bueno” (no necesariamente excelente) y lo correcto, precisamente esa gran diferencia “competitiva” que suele tener, cuando está bien hecha, la artesanía (cine independiente) frente a la industria pesada (mainstream hollywwodiense). Con todo, un desenlace relativamente sorprendente le imprime otra dimensión al relato en su término y sube ligeramente el resultado global del conjunto, a modo de guinda.