LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO – ‘EL BECARIO’, de Nancy Meyers
EL BECARIO – The intern (2015) de Nancy Meyers
Cuando una película dice tan poco, es normal que se tenga poco que decir sobre ella. Es lo que sucede habitualmente con la obra de Nancy Meyers, que si bien siempre consigue reunir a un asombroso elenco de actores (Jack Nicholson, Meryl Streep, Diane Keaton, Robert de Niro, Kate Winslet... ¿qué os prometieron? ¿quién os engañó?) acaba entregando filmes de lo más normalitos y vulgares, obras edulcoradas que se parecen mucho la una a la otra. Meyers quiere ser sucesora de Nora Ephron (que, ojo, tampoco es ponerse el listón por las nubes, no estamos hablando de Dreyer), y más o menos lo consigue. El problema es que Ephron conectaba con facilidad con los tiempos en los que vivía, mientras que la blandita Meyers rueda historias para un público de hace veinte o treinta años. Y sí, está aquello de "película para pasar un buen ratito", pero si el "ratito" en cuestión se dispara a más de dos horas de metraje, ni eso le queda.
La idea puede resultar interesante, moderadamente moderna: una gran editorial de moda decide iniciar un programa de contratación de becarios jubilados, personas de más de 65 años que desean emplear su tiempo libre en prestar ayuda a empresas que puedan beneficiarse de su experiencia. A partir de ahí, el desarrollo de la historia, la evolución de los personajes, las diferentes subtramas... todo resulta aburrido y previsible, visto ya hace mucho tiempo, como una comida que un día estuvo buena pero, tras años en el congelador, resulta hoy incomestible.
La elección de Robert de Niro para interpretar al personaje del jubilado es todo un acierto, ya que el propio actor parece completamente retirado del cine aunque siga haciendo películas. Salvo contadas ocasiones, como cuando David O. Russell decide rescatarlo del olvido, el actor neoyorquino nos ha deleitado en las últimas épocas con interpretaciones sujetas a la más estricta ley del mínimo esfuerzo, como una versión zombi de sí mismo que se pasea por las películas sin más cometido que recitar sus líneas de diálogo y, en ocasiones, parodiarse a sí mismo. Anne Hathaway, por otro lado, muestra una voluntad de insuflar vida a su personaje, trata de proyectar todo su encanto para animar el cotarro, pero poco puede hacer en lo que acaba convirtiéndose en un homenaje a la Mujer del Leño de Twin Peaks (aquí el tronco es De Niro).
Siempre que escribo una crítica negativa me acaba sabiendo mal. Soy consciente de que hay cientos de personas involucradas y una ingente cantidad de trabajo detrás. Y, además, puede que El becario acabe gustando a cierto sector del público, ese que no espera demasiado, que tiene la risa fácil, que se emociona con desenlaces que se veían venir a la legua. No diré, pues, que la película sea mala. Me limitaré a decir que es normalita, aburrida, larga, previsible, blanda, obsoleta, ni chicha ni limoná. Pero mala no.