LA VERDAD DEPENDE DE QUIÉN LA CUENTE – ‘El MUNDO SEGÚN BARNEY’, de Richard J. Lewis
El MUNDO SEGÚN BARNEY – Barney's version (2010) de Richard J. Lewis
A partir de la novela del recién fallecido Mordecai Richler, el director compone un retrato de un peculiar productor especialmente diseñado para la interpretación de Paul Giamatti, que se consagra como actor protagonista.
“Es terrible tener que hacer de borracho delante de una cámara. Es uno de los mayores retos a los que un actor puede enfrentarse”, no es de extrañar que el estado de embriaguez sea lo que más recuerde Giamatti sobre Barney, el personaje que interpreta y al que apenas vemos sobrio durante más de dos horas de proyección. El actor, nacido en Toronto y secundario de grandes producciones como El show de Truman o Salvar al soldado Ryan, ya había dado el salto a papel protagonista en películas como Entre copas o La joven del agua. No obstante, en El mundo según Barney confirma su talento en una interpretación de una vida donde se alternan constantemente los momentos cómicos con los dramáticos.
Dos continentes, tres esposas y la muerte de su mejor amigo, de la cual es el principal sospechoso, marcan la trastornada existencia de Barney, un productor de contenidos absurdos que destina su tiempo libre a beber y a ver hockey. Es un tipo impulsivo en el que su caótico modo de vida le da grandes triunfos y fracasos, pero que, al final, el espectador se queda con la sensación de haber conocido una hombre que ha tenido el coraje de vivir con autenticidad.
Con esta peculiar personalidad por recorrer el filme se estructura en dos partes: la primera es una comedia agradable y sutil que da paso a una segunda parte dramática en la que la vida de Barney empieza a desmoronarse. El riesgo que corre en el cambio de tonos logra conectar perfectamente y J. Lewis, incluso en los momentos más trágicos, no hace llorar al espectador pero sí le emociona dejando el sabor agradable y nostálgico de una vida que está llegando a su fin.
Tanto la existencia de Barney como el propio relato se tambalea desde comienzo al fin sin hallar tierra firme debido a la singularidad que hace especial a esta historia: el protagonista padece una enfermedad mental que afecta a su memoria y no recuerda todo o lo recuerda de manera distorsionada. Con ello, el espectador nuca está totalmente seguro de si la historia que está viendo fue real o una deformación. La muerte de su amigo también queda en duda y pesa sobre todos los actos del protagonista hasta su fin. En esta zozobra reside el tema subyacente de El mundo según Barney, en el que no pone de relieve una interesante pregunta ¿cuánto hay de verdad en las versiones que hacemos de nuestra propia vida?
Sea la versión de Barney más o menos cierta lo que es indudable es el peso de su padre en su vida. Y aquí nos encontramos con algunos de los mejores momentos del filme gracias a la interpretación de uno de los grandes, Dustin Hoffman. En una clara referencia al padre de una de las sitcom más míticas, Frasier, Hoffman es un ex policía retirado e irónico que guarda una magnífica relación con su hijo al que aconseja pensando en su felicidad y no en lo políticamente correcto.
No obstante, a pesar del gran reparto y su premisa, La vida según Barney no termina de cuajar debido a algunas debilidades que residen en un guión demasiado largo que consigue entretener pero al que le falta chispa. Sus imágenes no logran grabarse en la mente del espectador y hacerla inolvidable. Por momentos, da la sensación de estar viendo escenas “ya vistas”. A pesar de esto, si elige esta película no saldrá decepcionado, sino con una sensación agradable de haber vivido una interesante historia y, especialmente, haber disfrutado de la actuación de Giamatti al que le queda mucho por decir ten la elite de Hollywood.