OSCARS 2012: NOMINACIONES

SE CONFIRMA EL "BACK TO BASICS"

Aún resacosos de unos Globos de Oro sin excesivas sorpresas, ni siquiera a manos de un Ricky Gervais que acumuló toda atención, este mediodía los premios estrella han dado a conocer su escrutinio y han reducido las quinielas a un conjunto contable y reducido, lo que no quita que aún pueda pasar de todo. La única constante fue la misma que dominó tanto las nominaciones como la resolución de los galardones de la prensa extranjera (con los cuales la permanente comparativa es odiosa a la par que inevitable). Y esa no es otra que el giro decidido y explícito hacia el clasicismo, inherente y aparente, y hacia lo veterano, lo viejo, pero no por ello caduco. En resumen, un redescubrimiento de las esencias del cine industrial a través de sus maestros consagrados y de ejercicios “retrógrados” no exentos de valentía (especialmente en el aspecto mercantil).

Antes de nada, debemos ser claros. Por mucho intento de modernidad, de cara a la galería, que se haya querido marcar Hollywood puntualmente en los últimos años (No es país para viejos, En tierra hostil), su predilección siempre se ha movido dentro del discurso clásico: no tanto en la superficie, el envoltorio y el concepto de partida, pero desde luego sí el contenido, el subtexto, el significado final (Slumdog millionaire, Crash). Pero en este año, esa actitud general, lejos de esconderse, ha tomado una dirección aún más recta y resuelta y las preferencias de los académicos (faros indiscutibles de lo que en cada momento, a nivel popular, se entienda por “cine de calidad”, dentro de la industria, si bien es muchas veces la propia industria quien los determina) ha remitido también al clasicismo patente e incluso al “esencialismo” en el aspecto formal, otorgando protagonismo a propuestas que incluso, de tan insistentes en el respeto a los “buenos haceres”, podrían haberse caído del caballo y alejarse de la zona de “apto para el gran público”, “rentable para el mercado” y “de gusto universal”, perfil en el que se mueve la práctica totalidad de las decisiones académicas.

Creo que no hace falta clarificar que hablo de The artist, definitivamente la película con más peso en esta temporada de premios, pase lo que pase el próximo domingo 26 de febrero, fecha de  veredicto definitivo y reflexiones sin retorno de una temporada de premios algo atípica. El mayor montante de nominaciones se las lleva La invención de Hugo, producción que ha demostrado que el talento humano siempre estará por encima del material de base, con un total de 11 candidaturas. Pero la película francesa, apadrinada por los hermanos Weinstein (principal motivo de su auge tan “destapado”), con sólo una menos, se erige indudablemente en la protagonista de este cuadro de honor, así como en la máxima favorita en la mayoría de categorías a las que competirá.

Obviamente, no hay vencedores (porque haber llegado aquí ya es un triunfo) sin vencidos, que se pueden explicar respondiendo a esa clara tendencia dominante hacia la búsqueda, en fondo y en forma, de las esencias y de los códigos que han encumbrado popularmente este arte. De ahí se podría entender la inesperada ausencia de la digital y tridimensional Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio, relato de aventuras de la vieja escuela pero con tecnología puntera. O del moderadamente vanguardista David Fincher, tras lo cerca que realmente estuvo el pasado año (derrotado por obra y gracia de los Weinstein). Su controvertida (desde su nacimiento) traslación a Hollywood del universo Stieg Larsson, sólo le ha valido, en el terreno de lo que realmente cuenta, una nominación para su Lisbeth Salander particular, Rooney Mara, que, junto a la consolidada Michelle Williams, intentará tutear a las dos madres superioras, Glenn Close y Meryl Streep, y aún por detrás de la tercera en discordia, la televisiva Viola Davis, en el auge de su carrera. Pero no Tilda Swinton, una de las fijas en los últimos dos meses que ahora se cae de golpe.

Por todo esto extraño tanto la ausencia completa de Clint Eastwood y todo lo relacionado con su particular retrato J. Edgar Hoover, el más clásicamente hollywoodiense de todos los títulos destacados del año: por ficha técnica, por concepto, por argumento y por ejecución. Por otra parte, no sorprende menos el extremo contrario, el estiramiento de esta tendencia a sus límites hasta el punto de acordarse de propuestas mucho más depuradas y primitivas de cine, en planteamiento y desarrollo, como El árbol de la vida, la película más controvertida del pasado año, amada y odiada a partes iguales, y hasta ahora muy desapercibida en las grandes citas del circuito de galardones. Todo el espectro intermedio entre el clasicismo, en el que podemos localizar esa difusa “realidad” de Indiewood, y demás ejercicios al margen de las pautas oficiales y oficiosas, se han quedado fuera, dejando sólo dentro aquellas que, de alguna manera, siguen abrazando, dentro de su fórmula Sundance, bastante clasicismo en sus pilares básicos, de apariencia y de fondo, como la segunda gran favorita, Los descendientes, o Moneyball: rompiendo las reglas.

La vanguardista Drive, en boca de todo espectador activo este año, y en muchos casos para lo bueno, se ha ido de cero absoluto: ni siquiera han obtenido candidaturas Albert Brooks (dejando así prácticamente vía libre a la estatuilla para Christopher Plummer) o Ryan Gosling, que tampoco se ha comido un rosco con las otras dos películas por las que competía este año, Crazy, stupid love y Los idus de marzo. Esta última, para mayor perjuicio de George Clooney, gran candidato a Actor del Año junto con Brad Pitt y Jean Dujardin, que como autor se tendrá que conformar, a nivel de autor con una nominación, compartida, al Mejor Guión Adaptado. Se habrá dado ya cuenta de  que los éxitos dobles se cotizan muy caros, al igual que Spielberg, cuyo caballo de reserva, de  acuerdo al devenir del circuito de premios, ha rendido mucho mejor que la apuesta para la primera línea, pifia absoluta.

La(s) plaza(s) reservada(s) desde hace meses a Gosling, el gran olvidado de esta edición, ha ido a parar a otro de los sorpresones: Demián Bichir, por la verdaderamente “made in Sundance” A better life. Por no variar la pauta, la categoría de actor secundario, con sangrantes ausencias, incluye, a última hora, a un más que veterano: el imperecedero y octogenario Max von Sydow. Igualmente llama la atención la irrupción repentina, en ese mismo apartado, de otro viejo lobo como Nick Nolte, en casi ninguna quiniela previa. Eso sí, la candidatura del legendario actor escandinavo se debe enmarcar dentro de un fenómeno más amplio: la inclusión de Tan fuerte, tan cerca entre las nueve (no diez) nominadas a la categoría reina, contra todo pronóstico, y respondiendo mayormente a una compensación a Scott Rudin por su varapalo a última hora en la pasada edición, y que quiere seguir echándole ese pulso acapara-premios a los Weinstein, verdaderos reyes del mambo en ese sentido.

La presencia, completamente prevista, de Midnight in Paris en esa última criba, es insuficiente para que Judd Apatow ceje en su campaña, totalmente razonable y hasta podríamos decir que necesaria, a favor de incluir una categoría aparte para las comedias, tal como sucede en los Globos de Oro. Las nominaciones a Guión Original y a Melissa McCarthy (la revelación del pasado año, en cine y televisión, con un sorprendente Emmy bajo el brazo, y que competirá con las dos candidatas de Criadas y señoras por la preciada estatuilla de Actriz de Reparto) saben a muy poco para sus Bridesmaids, comedia estadounidense del año, éxito unánime de taquilla, público y crítica. Las grandes comedias que se han estrenado el pasado año han sido quizás excesivamente modernas para esta edición tan clasicista. De entre los alicientes positivos (que alguno tenía que haber), Gary Oldman ha acabado compensando su olvido en los Globos de Oro, y podría dar la campanada desde la segunda línea de favoritismo (tras los mencionados Clooney, Pitt y Dujardin): sí se trata de tipos de la vieja escuela y sin medallitas que recompensasen largos recorridos, Oldman de esto sabe un rato.

Ya en apartados más alejados de los grandes focos, la iraní Nader y Simin: una separación, suma y sigue, y en estos momentos resulta el pronóstico más cantado. Como ya se adelantó en la previa de los Globos de Oro, supone la (inocente y un tanto autoculpable) nota activista de un certamen cuyo amor va a parar en exclusiva al cine y a su industria. Mientras tanto, la reflexión y conciencia sobre la crisis financiera doméstica y planetaria, que el año pasado tuvo en la triunfadora Inside job un fortísimo estandarte, en esta edición, la nostalgia por las esencias del cine sólo ha dejado hueco para el guión de la reveladora Margin call.

En cuanto al cine español, nada para Almodóvar y compañía (la nominación de Alberto Iglesias ha caído del lado de El topo), ni por supuesto para Pa negre, de la que tampoco cabía mucho que esperar. Con todo, no hemos pasado del todo desapercibidos. Aparte de la (discutible y gratuita) consideración de la película de Woody Allen como española (irrisoria a efectos de promoción del talento propio), y la ya tercera candidatura para nuestro compositor más internacional (a ver si la vencida, aunque lo tendrá difícil, compitiendo contra el excelso John Williams por duplicado, y con la partitura de la película-estrella, por si fuese poco), Fernando Trueba y Javier Mariscal han dado el sorpresón, salvando de paso los muebles de la verdadera industria española, al colar a Chico & Rita entre las elegidas en el año anti-Pixar de la categoría de animación, de la que la filial de Disney fue dominadora absoluta en los últimos cuatro años.

Por primera vez puede triunfar en esta sección una película extranjera (otro título llamativo es la francesa Un gato en París), ya que el resto de inclusiones huelen más a compromiso mercantil que a otra cosa (y recordemos, por enésima vez, esa “regresión tecnológica” que parece que quieren premiar los académicos este año, que de momento ya se ha cargado a la que figuraba en todas las quinielas como la reina de la animación en 2011). Aunque no será un camino fácil: en DreamWorks andan exaltados con la gran trayectoria de Criadas y señoras, que empezó de tapada, y no querrán tampoco dejar pasar la oportunidad de revivir tiempos mejores en una categoría en la que no hace mucho eran los reyes, y ahora, con dos candidatas, no debe permitirse dejar escapar el peor año de Pixar, así que cejarán en el empeño, al más puro estilo Weinstein.

Estos es lo que hay, señoras y señores. Conoceremos los resultados, inapelables, dentro de un mes. Antes de empezar a dejaros la bolsa y la vida en unos pronósticos mucho más complejos que otros años, esperad a las tres grandes citas que aún quedan en el medio. Este fin de semana, se pronunciarán los gremios de actores y directores. Pero la gran parada a medio camino será al otro lado del charco (este), el próximo domingo 12, con los BAFTA de la Academia Británica, que pueden cambiar el rumbo del viento sin retorno. Hasta entonces, tenéis tiempo de sobra para ver todas las películas y que así vuestra quiniela sea, no necesariamente más fiable, pero sí sincera y coherente.

Lista completa de nominaciones

Críticas publicadas: Beginners, El árbol de la vida, Los idus de marzo, Midnight in Paris, Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres, The artist.

Temporada de premios

Academia de Cine Europea

Asociación de Críticos de Los Angeles

BAFTA

British Independent Film

Círculo de Críticos de Nueva York

Critics' Choice

Festival de Hollywood

Festival de Londres

Globos de Oro

Gotham

Independent Spirit (nominaciones)

National Board of Review

Satellite

Sindicato de Actores (nominaciones)

Sindicato de Directores (nominaciones)

Sindicato de Guionistas (nominaciones)

Sindicato de Productores

2 comentarios en «OSCARS 2012: NOMINACIONES»

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