I'M SEEING SOMEONE / THE ARE NO MIRACLES IN MIRACLE - THE LEFTOVERS
THE LEFTOVERS – 2ª TEMPORADA
La primera temporada de The leftovers presentó credenciales y asentó los temas sobre los que iba a girar la historia: la pérdida, la familia y la fe. Concretamente, nos situó en un mundo donde el 2 % de la población había desaparecido de la noche a la mañana, y tuvo el ingenio y acierto de no buscar respuestas al extraño fenómeno sino centrarse en las consecuencias: familias rotas, proliferación de sectas religiosas y autoproclamados mesías del fin del mundo, la supervivencia de un mundo donde todos han perdido a algún ser querido. Fue una primera parte inquietante y poderosa, una historia de ciencia ficción psicológica, donde, además, pudimos conocer a unos personajes unidos por el dolor.
Para la segunda parte, más ingeniosa, más explosiva, más inteligente y mejor, The leftovers se muda al pueblo de Jarden, rodeado por el parque natural de Miracle, que ostenta el curioso privilegio de ser el único lugar donde no hubo ningún desaparecido el día que el 2% de la población abandonó el mundo sin dejar huella. De este modo, Jarden se convierte a ojos del mundo en una especie de Tierra Prometida y en punto de peregrinación y encuentro de miles de personas que buscan una respuesta.
Que la HBO hace las cosas, por lo general, mejor que bien, es un hecho más o menos irrefutable. Sus series suelen poseer habitualmente elementos de entretenimiento no exentos de reflexión. Así, en los últimos años, ha encontrado un filón en las adaptaciones televisivas de obras literarias. Desde la maravillosa miniserie Olive Kitteridge, donde se reflexiona sobre la vejez, la soledad y los lazos familiares, hasta esa pequeña serie indie desconocida que casi nadie ve, apenas, titulada Juego de tronos, que como nadie ha visto ya os cuento yo que trata sobre la política y los juegos de poder, deberíais echarle un vistazo. En The leftovers se adaptan las novelas homónimas de Tom Perrotta donde se explora, a partir de un suceso extraordinario, la necesidad inherentemente humana de justificar el mundo que nos rodea, de entenderlo, recurriendo a menudo a creencias religiosas o mitológicas para das una respuesta a aquello que no alcanzamos a entender.
Damon Lindelof, co-creador de la serie junto a Perrotta, no es nuevo en estos lares. Ya en Perdidos centró los puntos más interesantes de la historia en la confrontación de ciencia y fe (los propios misterios de la isla parecían compaginar respuestas de ambos lados) y ahora da un paso más allá, cuestionando la capacidad del ser humano para afrontar el dolor y su tendencia a recurrir a diversas creencias religiosas para llenar el vacío de una explicación racional a cuanto le rodea. Si en la primera temporada de The leftovers nos presentó el surgimiento de sectas y falsos mesías, en la segunda nos ofrece una visión no menos desoladora de aquellos que se sienten a salvo, bendecidos o elegidos.
Todos los capítulos de esta segunda tanda han presentado una estructura similar, partiendo de un suceso que se nos presenta al principio de la temporada para después avanzar en la historia desde los puntos de vista de diferentes personajes. De este modo nos permite profundizar más en las motivaciones de los protagonistas y explorar el modo en que cada uno encara sus demonios. Incluso los capítulos más delirantes (me viene a la mente International assassin, el estupendo octavo episodio) responden a una búsqueda personal, a un intento por parte de uno de los personajes de recuperar las riendas de su vida.
Carrie Coon y Ann Dowd vuelven a brillar como ya hicieran en la primera temporada y llaman con fuerza a la puerta de los Emmys. Pero quizás The leftovers sea demasiado triste para ganar premios, demasiado difícil de ubicar (¿una historia de ciencia ficción más dramática que cualquier otro drama en televisión? ¿Qué hacemos con ella?). Los Globos de Oro ya se han olvidado de ella, aunque vistas las nominaciones, parece que los votantes no han visto mucha televisión este año. No importa. Mientras haya espacio en televisión para una serie tan inquietante e inteligente, me da a mí que el premio lo ganamos todos.
Y a modo de despedida, señoras y señores, el himno de Jarden:
Broken hearts and shattered dreams, like wreckage on the ground
The memory of those poor souls, who were lost but never found
They shook their fists and cursed the sky, demanding explanations
No answers came, no soothing words, just silence and frustration
But in Jarden town the sun shone bright, a miracle!
The light of love poured down, It's a miracle!
Our hearts were pure, we knew for sure, a miracle that God had spared our town!
