ENEMIGOS ÍNTIMOS – Llega 'VICE PRINCIPALS'
Los relatos sobre aventuras y desventuras en institutos públicos estadounidenses son tan numerosos y han llegado a tal grado de codificación, imitación y hasta parodia que constituyen prácticamente un género en sí mismo. Y como casi siempre que esto ocurre, parece que todo está ya inventado en ese (sub)género de turno hasta que a alguien se le ocurre explorar un aspecto que haya sido poco o nada recurrente, o al menos de manera central y nuclear (transversalmente sí que todo ha sido contado de alguna manera y hasta cierto punto) en la gran cantidad de instancias preexistentes. Yendo a lo concreto, estamos más que acostumbrados a conflictos entre estudiantes y de estudiantes con profesores, habitual caldo de cultivo de estas narrativas, pero, ¿y si la verdadera guerra estuviese en la propia sala de profesores, y más exactamente en la dirección?
Ahí se encuentra precisamente la premisa de Vice Principals, nuevo estreno con el que la HBO busca enriquecer su carta de comedias, con Veep en su mejor momento, Silicon Valley consolidada, la dramedia Girls a una temporada de echar el cierre y Lisa Kudrow y Larry David a su ritmo. Esta propuesta, la más gamberra y descarnada de la oferta de la cadena ahora mismo, marca el regreso a la misma de Danny McBride, protagonista y cocreador de la serie, tras su anterior “comedia de autor” particular (muy habitual en la “escuela Judd Apatow”, de la cual McBride se erige como referente más zafio y chabacano), Eastbound & down, torpemente traducida en España como De culo y cuesta abajo.
Nuevamente a cuatro manos en el departamento creativo con su habitual socio, Jody Hill, y con un coprotagonista de la talla de Walton Goggins (Justified, Los odiosos ocho), la nueva serie de McBride lo deja ya todo claro en su título. El dúo protagonista lo componen ambos subdirectores de un instituto estadounidense cualquiera, enemigos acérrimos que unen fuerzas, muy a su pesar, ante un enemigo común: la nueva directora del centro, venida desde fuera para ocupar el puesto al que ambos aspiraban y por el que estaban dispuestos a dejarse uñas y dientes. Vamos, la “extraña pareja” en clave de íntima enemistad, unida temporalmente por las circunstancias.
En el choque de sus caracteres, tóxicos y odiosos cada uno a su manera, en el éxito o fracaso de sus progresivamente zumbadas fechorías para conseguir su objetivo común, sin ningún tipo de escrúpulos, y a un nivel más secundario, en el modo que tengan de lidiar mientras tanto con su tortuosa vida personal y familiar (un toque oportuno de expresionismo doméstico) estarán las claves del éxito o fracaso de su humor y, por tanto, del formato. Por otro lado y al mismo tiempo, del histrionismo excesivo de los protagonistas y de la manera de integrar adecuadamente las tramas secundarias para que sumen y no resten se derivan precisamente las amenazas para su óptimo desarrollo.
Eso sí, las intenciones iniciales de los creadores no van más allá de las dos temporadas, voluntad que la HBO suele respetar incluso en sus productos más exitosos, por lo que el fantasma del estiramiento innecesario no debe ensombrecer su desarrollo. De todos modos, se antoja aún pronto para poder evaluar la eficacia de la propuesta y dictar veredicto sobre su calidad y funcionamiento. Las cartas ya están sobre la mesa, veremos cómo las juegan.