PEDRO AZNAR: BSO de ‘HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE’ (1986) de Eliseo Subiela

EL COMPOSITOR NO SE DETIENE

Resulta todo un desafío para el compositor encontrar inspiración en las imágenes de una película, traducir ese eco personal que el mensaje cinematográfico provoca. En el lenguaje musical, el reto consta en llevar una partitura a una banda sonora de film. Si bien los procesos creativos son difíciles de racionalizar y los métodos de composición tan variados, la intuición muchas veces guía al artista y ese pequeño boceto o primaria trama musical encuentra su propia huella y lugar en el proyecto fílmico adecuado.

Si hablamos de sonidos que conmuevan y transformen  nuestro interior, las colaboraciones cinematográficas entre Pedro Aznar  y el prolífico realizador Eliseo Subiela han dejado para la posteridad un gran número de piezas musicales con un sólido concepto argumental que amalgama música e imágenes, elementos que pueblan el muy personal mundo alegórico de Subiela, su cosmovisión autoral y que el talento y perfeccionismo de Aznar ha sabido interpretar como nadie.

Cierto es que el ADN musical de Aznar está atravesado por influencias de lo más variadas, conformando un paladar musical ecléctico y distinguido: Weather Report, Jaco Pastorius, The Beatles, Miles Davis, Leda Valladares y las influencias paternas, de un talentoso violinista de tango. Su alma de compositor prolífico convierte a la melodía en el motor de sus creaciones, desarrollando una rica instrumentación que influenció notablemente su temprana obra solista.

Es vital que el músico se compenetre con el guión de la película, percibiendo sus texturas, sus colores sonoros. Esto facilitará la paleta de instrumentos que el músico desee utilizar. Así lo explica el propio Aznar:

"Primero veo la película entera y busco cómo suena en mi cabeza, qué tratamiento instrumental debe tener -las películas tienen un hilo musical, una personalidad sonora-. Luego empiezo con el trabajo específico de cada sector y con la melodía de cada parte. Finalmente, sincronizo la música con la imagen, me fijo en qué resultados me produce como espectador y busco determinados sincros: que coincidan determinados sonidos con determinados gestos".

Revista La Maga, junio de 1993.

La primera colaboración entre músico y cineasta se produjo en Hombre mirando al sudeste, estrenada en 1988 y considerada obra cumbre del cine argentino, emblema del universo subeliano. El film esta protagonizado por un personaje llamado Rantés, paciente psiquiátrico de cuya duplicidad -nunca sabremos si proviene de un desequilibrio mental o se trata de un enviado de otro planeta- resulta el aspecto clave a partir del cual se identifica el lema musical. Dicho personaje se identifica con una melodía muy lírica, en donde la ambigüedad sonora alegóricamente se espeja con la tensión y el misterio que la trama nunca resuelve sobre su enigmático personaje.

A la recordada banda sonora de este film le seguiría una media docena de colaboraciones a lo largo de las décadas y los aventurados mundos oníricos del corpus cinematográfico de Subiela. Últimas imágenes del naufragio (1989) y No te mueras sin decirme adónde vas (1995) destacan como las más logradas entre todas ellas. 

Ficha técnica

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