BUENOS PROPÓSITOS PARA 2012
No sabemos si cumplirán todas las expectativas creadas pero ya se han pronunciado, con bastante antelación, tres visitas “muy esperadas” (que diría Bilbo Bolsón) a la cartelera del 2012. Se han debido poner de acuerdo las productoras para mostrarnos, en estas frías semanas de diciembre, sus mejores armas para el año que viene: Prometheus (la vuelta de Ridley Scott y la saga Alien a sus respectivos orígenes), El caballero oscuro: la leyenda renace (la traca final de la trilogía de Christopher Nolan sobre Batman) y El hobbit: un viaje inesperado (primera de las dos películas con las que adapta, quién si no Peter Jackson, el libro de Tolkien).
El hype está de enhorabuena, más que el propio cine...y a mí me parece estupendo. No deja de sorprenderme que Peter Jackson anuncie su película con un año de antelación. Pero supongo que sólo se trata de una campaña de marketing muy estudiada, que tiene que alimentar el mono de sus hordas frikis, que pronto llegará el merchandising de rigor... Bueno, frivolidades aparte, conviene hacerse a la idea de que tanto El Hobbit como Prometheus son dos proyectos nacidos de la demanda popular de la “muchachada”, incondicionales fans, con “demasiada pasión por lo suyo” y relativo interés por lo cinematográfico. No me interpretéis mal, a mí me sigue pareciendo estupendo.
Ahora que, como predican los Stark, “se acerca el invierno”, es un buen momento para calentar motores y pararse a pensar lo que supondrá cada uno de estos estrenos para sus respectivas franquicias y directores.
Nolan, capaz tanto del blockbuster más palomitero y mainstream como del cine de autor más reflexivo y minoritario, sigue la senda de Hitchcock: artesano y artista a partes iguales. Es de esos directores que derrochan personalidad fílmica (dentro de la pantalla, ojo, no se trata de ningún enfant terrible) y no se ruboriza al hacer cine de acción con mucho éxito y mucho gusto. Después de un aclamado ejercicio de estilo como Memento, él mismo nos repite el chascarrillo del Joker (“¿Por qué tan serio?”), y se atreve a dar nuevos aires al murciélago. Con otros dos títulos de por medio (El truco final y Origen), ha incrementado exponencialmente el interés por cada nueva entrega de su caballero oscuro y ha conseguido el respaldo de crítica y público manejando grandes actores y mayores presupuestos. Su última crónica de la ciudad de Gotham no dejará indiferente a nadie, seguro.
Por su parte, Ridley Scott se digna a hacer acto de presencia después de, no nos engañemos, mucho tiempo. Si acertaba el gladiador Máximo al sentenciar que “lo que hacemos en vida tiene su eco en la eternidad”, no creo que Ridley pueda ser coreado como un genio prolífico del cine. Prolífico ha sido, sin duda, pero no ha conseguido dotar de atisbos de genialidad a todos sus dispares trabajos. Tuvo el mejor de los comienzos, entre duelistas, alienígenas y replicantes (sin olvidar cierto spot televisivo durante la Super Bowl de 1984) pero ha ido perdiendo gas con el tiempo, hasta el punto de hacer dudar a los entendidos sobre cuál de los hermanos Scott era “el bueno”. Así que, consabidas súplicas de los amantes del género, no ha dudado en blandir su estandarte bien alto: vieja gloria vuelve para redefinir la ciencia-ficción después de treinta años, involucrando de paso a una de las mentes (bienpensantes o malpensantes, según gustos) detrás de la serie Perdidos, Damon Lindelof. Entre tanto: avances, anuncios y avances de los propios anuncios... Lo que empezó queriendo ser una precuela old school de Alien acabó derivando en un megalómano experimento por dar respuesta al sentido cósmico de la propia vida... eso habrá que verlo, por supuesto.
Por último, el neozelandés de la dieta Dukan, Peter Jackson, cerrará el año en la Tierra Media. Pese a haber adaptado (de forma lógica) tres volúmenes de El señor de los anillos en tres largas películas, después de nuevo extendidas, ahora intenta el más-difícil-todavía separando un pequeño libro en ¡dos entregas! que amenizarán las navidades de los próximos dos años; maniobra que no resulta extraña teniendo en cuenta la reciente “mitosis celuloide” del último libro de Harry Potter. No sé si esta precuela, que parte de una historia menor, dará de sí lo suficiente para llenar dos metrajes (nada lacónicos, supongo) sin cansar a La Comarca. Lo que no faltará será el rigor tolkieniano en cada detalle, en cada plano, dentro y fuera de campo, para que los seguidores más quisquillosos puedan dormir tranquilos. A pesar de haberse barajado otros nombres, como Guillermo del Toro o David Yates (responsable de las antes mencionadas últimas películas del niño mago), la Historia de una ida y una vuelta ha acabado siendo la del propio P.J.
Por mi parte le deseo un buen año 2012 al cine, y que estos buenos propósitos que nos ha contado no caigan en saco roto o se pierdan en el espacio, donde “nadie puede oír tus gritos”.
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