LA CAÍDA DE WALTER WHITE - Vuelve 'BREAKING BAD'
Breaking bad 5x09: Blood money
Cuando una serie encara su última temporada (o la segunda mitad de la última temporada, según se mire) tiende a decirse que empieza "el principio del final". Incluso Perdidos tenía un capítulo que llevaba ese nombre, aunque en su caso era el primero de la cuarta temporada y la serie se encontraba en su ecuador. En el caso de Breaking bad, no obstante, la frase cobra un sentido especial, pues durante cinco temporadas hemos asistido a un proceso de transformación de un personaje cuyo desenlace acaban de empezar a contarnos y que terminará en ese Felina (5x16 ó 6x08) que es un anagrama de Finale. La serie estrella de la televisión (con perdón de las estupendas Mad men o Homeland) se acaba, qué le vamos a hacer, pero la tanda final promete dar mucha guerra, como ha demostrado este Blood money.
Ya lo advirtió Vince Gilligan: si en algo Walter White es el mejor no es en la fabricación de blue meth, que también, sino contando mentiras. Walter White, alias Heisenberg, es el mejor mentiroso del mundo. Y, según palabras del propio creador de la serie, al rey de los mentirosos se le va a derrumbar el mundo que ha creado a base de sangre, ciencia y cero escrúpulos. Que Walter es "malo" lo hemos visto. Que acabe o no "mal" es algo que aún nos queda por ver, pero ya tenemos las primeras pistas para sospechar seriamente que su vida no será un camino de rosas.
El capítulo arranca con un flash forward que sirve como continuación de aquel con el que se abrió la quinta temporada. En esta ocasión, Walter vuelve a su casa, completamente destrozada, abandonada y cuya piscina vacía sirve ahora como pista de patinaje para algunos jóvenes. En la pared del salón una gran pintada recuerda a quién pertenecía esa casa: HEISENBERG. ¿Es posible que la pintada la haya hecho el propio Walter? Lo dudo, parece más obra de los jóvenes okupas, pero no sería la primera vez que Walter, en un acto de megalomanía, firmara su obra para marcar su territorio. Es poco probable, pero ¿quién sabe? Tampoco es propio de alguien tan meticuloso en sus planes forzar la entrada de su casa a plena luz del día y a la vista de sus vecinos ("Hello, Carol!"). Pero lo importante de la escena es el objetivo de la visita de Walter: recuperar el ricino escondido en el enchufe. ¿Quién es el destinatario del veneno? ¿Jesse? ¿Hank? El propio Walter no creo, pues para qué demonios lleva semejante rifle en el maletero de su coche si no es para morir luchando.
Y enlazamos con el final de la pasada temporada, ese que consiguió que para los fans de la serie ir al baño ya nunca vuelva a ser lo mismo. Hank descubre que su apocado cuñado es en realidad Heisenberg, el hombre al que persigue desde hace tiempo y por el cual ha estado cerca de morir. Así que coge como prueba Hojas de hierba, el libro de Walt Whitman que Gale regaló a Walter, y se marcha de la casa para confirmar sus sospechas. Hank lo sabe. Y más tarde, cuando Walter descubre que el libro ha desaparecido, sabe que él lo sabe. El juego del gato y el ratón ha terminado. Lo que Hank no sospechaba es que el ratón al que ha estado tratando de dar caza es en realidad un perro. Pero ya llegaremos a eso.
El Walter retirado sigue con su exitoso negocio de lavado de coches, una muy rentable empresa que además sirve como tapadera para lavar la ingente montaña de dinero que ha ganado ilegalmente con las drogas. Sus tiempos de cocinero pasaron, y aunque la operación que dejó en marcha esté yéndose a pique, él no quiere saber nada del asunto. Jesse, por su parte, ha vuelto a un estado que no le resulta desconocido: profundamente deprimido y desorientado. Es decir, que mientras Walter se encarga de lavar su dinero para poder llevar una vida plácida, Jesse es incapaz de poner siquiera un dedo encima a los cinco millones de dólares que posee por considerarlos sucios. Su plan inicial es donarlos a Kaylee Ehrmantraut, la nieta de Mike, y a los señores Sharp, los padres del niño al que mataron. Sin embargo, entre Saul y Walter le convencen de que no es buena idea, pues el dinero sería rastreable, por lo que finalmente decide repartir su fortuna de forma anónima lanzando fajos de billetes a los jardines de las casas de un barrio necesitado. Conste que me he asomado al balcón para ver si Pinkman había pasado por aquí. Ni rastro.
El capítulo se resume fácilmente en dos cara a caras. El primero entre Jesse y Walter, en el que el último segura no haber matado a Mike, algo que nosotros sabemos que no es cierto y podría decirse por su cara que Jesse también. El segundo cara a cara es uno de los momentos más esperados de la serie: Hank vs. Walter. El policía asesta un puñetazo a su cuñado en el garaje de su casa y le augura un futuro entre rejas. Walter se defiende al principio, pero enseguida sale a relucir Heisenberg. Y Heisenberg no se defiende; ataca. Cuando Hank le dice aquello de "I don't know who you are", a todos nos viene a la mente aquel portentoso e histórico "Say my name". Pero la respuesta en esta ocasión es otra, no menos contundente ni brillante: "If you don't know who I am, then maybe your best course would be to tread lightly". Vamos, que se ande con cuidado. Porque bajar a Heisenberg de su amado trono de su reino imaginario no va a ser tarea fácil.
Breaking bad camina su última senda y ojalá pudiéramos sentirnos tristes por ello, pero no podemos, porque la emoción por saber qué nos espera es demasiado adrenalítica para ello. Impresionante capítulo y, una vez más, impagable lección de cómo hacer televisión.