DIOS LE CASTIGÓ, PONIÉNDOLE EN MANOS DE UNA MUJER - 'LA VENUS DE LAS PIELES', de Roman Polanski
LA VENUS DE LAS PIELES - La Vénus à la fourrure (2013) de Roman Polanski
"Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer"
(Libro de Judith, 16, Cap. VII)
Sin apenas tiempo para acomodarte en la butaca, te das cuenta de que te estás atrapado. Polanski lo ha vuelto a hacer: te ha vuelto a encerrar para no soltarte en 96 minutos. Esta vez en las paredes de un teatro. Mientras fuera diluvia dentro se va a crear otro tipo de temporal que desnudará a su protagonista, desvelando sus secretas obsesiones.
Polanski parte de nuevo de una obra de teatro para reconstruir la historia y hacerla propia con sus personajes obsesivos, los juegos psicológicos y una atmósfera en la que la tensión sexual se palpa en cada fotograma. La obra en este caso es La venus de las pieles, de David Ives, que a su vez se inspira en la obra de Sacher-Masoch, la publicación que provocó un gran escándalo en su época y que derivó en la palabra masoquismo utilizando el apellido de su autor.
Si en su anterior largometraje, Un dios salvaje, se trataba de dos matrimonios encerrados en un apartamento intentando resolver un problema entre sus hijos, esta vez se trata de un hombre y una mujer en un teatro en el que mudarán una y otra vez de piel entre su verdadero ser y el personaje que interpretan hasta llegar a un estado de paranoia y quedar abandonados a sus instintos más básicos. Durante esta metamorfosis, donde se quitan la capa de autocontrol al ritmo que se quitan la ropa, es donde reconocemos al director de El quimérico inquilino o Repulsión, al travieso cineasta que juega con las mentes de sus personajes, que las lleva a los extremos, que refleja de lo que somos capaces cuando vamos dejando atrás la piel con la que nos obliga a taparnos la sociedad.
"¡Ya estamos otra vez con los malditos temas sociales!", espeta Mathieu Amalric a Emmanuelle Seigner cuando su personaje le recrimina el maltrato respecto al masoquismo de su obra. Polanski pone en los labios de su personaje sus propios pensamientos: no le interesa el aspecto social de sus películas, sino el psicológico, el rincón oscuro de nuestra mente, el que palpita y hemos aprendido a ignorar. En La venus de la pieles se pregunta directamente temas socialmente no aceptados: ¿sólo puede existir el verdadero amor en una relación de amo-esclavo? ¿Esta guerra de poder implica masoquismo? ¿Cuánto hay de placer y cuánto de dolor? Todas estas preguntas pasean libremente por la mente del espectador gracias a un intenso diálogo de hora y media en el que sus personajes hacen malabares entre la ficción y la realidad enredando en ese vaivén al espectador, confundiéndole y llevándolo al estado de desorientación en el que se encuentran sus personajes.
De nuevo, Polanski vuelve a confiar en su pareja sentimental, Emmanuelle Seigner, para representar el papel de Venus, su lado sensual y su lado peligroso, y ella responde subiendo la temperatura, el ritmo y la tensión hasta llegar al clímax con una bacanal donde celebra su dominio absoluto durante todo el film.
A pesar de partir de una obra de teatro, el director franco-polaco toma protagonismo a través de su cámara y esta vez rompe la cuarta pared logrando que nos olvidemos del escenario en una fascinante mezcla entre cine y teatro, entre realidad y ficción, en un viaje hacia una delirante locura al más puro estilo Polanski.
Bravísima crítica con la que estoy completamente de acuerdo. La Dominación Mental por parte de esa magnífica Wanda/Seigner es absolutamente brillante. Aquí mi crítica http://blog-es.crueldama.com/la-venus-de-las-pieles/
Meses después acudí al teatro a ver la adaptación de David Serrano, con una jovencísima Wanda interpretada por Clara Lago y un apasionado Diego Martín.
No puedo evitar dejar este comentario, pues es algo que me toca muy de cerca, aunque lamento que mi enlace se pueda interpretar como spam.
Cruel