EDIPO EN LA CUARTA PARED - 'GUILLAUME Y LOS CHICOS, ¡A LA MESA!', de Guillaume Gallienne

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! (2013) de Guillaume GallienneGUILLAUME Y LOS CHICOS, ¡A LA MESA! - Les garçons et Guillaume, à table! (2013) de Guillaume Gallienne

En un año en el que el cine francés se ha agenciado otra Palma de Oro, en el que han importado a uno de los mejores cineastas iranís, en el que El desconocido del lago daba su réplica masculina a Adèle y Emma, en el que un veterano maestro como Polanski dio una nueva vuelta de tuerca a su exploración del medio teatral en el medio fílmico, la triunfadora de los mayores premios del cine galo ha sido una relativa tapada que, de alguna manera, recoge un poco de todas las anteriores.

La historia "real" de Guillaume Gallienne gira también sobre la homosexualidad, o más bien, sobre la confusión en la definición de la orientación sexual, lo hace sirviéndose de desdoblamientos, hábilmente autoconscientes, con el espacio teatral, y pivotando semánticamente en todo momento en torno a un conflicto paterno-filial, pero sobre todo, materno-filial, de un modo pocas veces visto, y lo que es más importante, todo ello bajo la permanente estela de la comedia, sin concesiones al melodrama aunque el argumento dé para ello, y de la honestidad de un autorretrato en clave de autoparodia, convirtiendo en material humorístico de primera las filias y las fobias de un autor factótum (dramaturgo, guionista, productor, director y actor por partida doble).

Probablemente sea en ese oportuno desdoblamiento del autor-protagonista en una réplica de sí mismo y en su propia madre donde habría que situar el núcleo significativo, narrativo y compositivo de la película. Porque, aunque parezca obvia la conexión entre la confusión en torno a la identidad sexual y el tan manido complejo de Edipo, esta no se ha prodigado especialmente en la ficción, al menos en clave de comedia. Por el contrario, sí hemos visto ese mismo conflicto de personalidad mil veces ligado a una relación progresivamente hostil y distanciada con la figura clásica del padre, algo que aquí Gallienne sabe dejar acertadamente en un segundo plano.

Guillaume y los chicos, ¡a la mesa! (2013) de Guillaume GallienneEse mismo desdoblamiento se erige asimismo a un pilar narrativo y a la postre humorístico de un relato que hace de la autoconsciencia y las rupturas de la cuarta pared (o las paredes laterales, como se prefiera) su razón de ser y un componente fundamental de su propia comicidad, reforzándose con la propia diégesis de dos personajes (¿o debíamos hacer un personaje dual?) honestamente surrealistas.

En su ópera prima, el realizador se sale hábilmente de los corsés a los que le podría condenar su procedencia teatral y la literalidad del clasicismo académico francés. Demuestra una oportuna inventiva visual, ya sea como suspensión de un momento climácico, ya sea como instrumentales a la par que significativas transiciones entre esas dos dimensiones lingüísticas entre las que se construye este relato cargado de sinceridad pero capaz de arrancar carcajadas en todo momento, donde poco importa lo folclórico y estereotipado de la multiculturalidad retratada (algo bastante obvio en un producto de estas características) cuando hasta en el ultimísimo segundo del metraje tenemos una excelente muestra de ese humor verbal tan eficaz y constructivo.

Ficha técnica

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