MOMENTO DE DESMELENARSE – EPISODES
¿Cuánto es el tiempo que hay que darle a una comedia televisiva para que empiece, como quien dice, a "funcionar"? Habrá tantas respuestas como espectadores, es imposible establecer una regla fiable sobre la paciencia de los televidentes más allá de la que sea cuantitivamente necesaria, según cada caso, para que la serie se mantenga en antena. Hace ya tres años que se estrenó Episodes, ese producto sui generis híbrido de sitcom inglesa y comedia de cable norteamericana, Showtime para ser más exactos (lo que ya da pistas de por dónde van los tiros). Cierto es que su primera hornada (formada por siete episodios, lo habitual en un producto británico pero bastante por debajo de los estándares del cable estadounidense) llegó a su fin cuando el tema se empezaba a poner interesante, dejando una cierta sensación de tibieza por el camino que ya bajaría del carro a los más impacientes, pese al buen recibimiento por parte de la crítica yankee y de los premios, valiéndole incluso un Globo de Oro a Matt LeBlanc en su flamante regreso a la pequeña pantalla.
Hubo que entonces esperar casi año y medio, a la primavera-verano de 2012 (en esta ocasión hubo un lapso de dos meses entre la emisión británica y la estadounidense), para poder por fin ver el particular humor de Episodes en su verdadera salsa, con el reposo previo suficiente y una temporada de duración más acorde a sus posibilidades, con nueve episodios, que por otra parte culminaron en una season finale con sabor a clausura, generando unas dudas sobre su continuidad que no se disiparon hasta dos semanas más tarde (no es nuevo en Showtime el hacerse rogar con las renovaciones). Con este panorama, por si fuese poco, la emisión del tercer volumen no empezó hasta el pasado enero, más de 18 meses después de la mencionada season finale. Y lo cierto es que, una vez más, se demuestra que la ficción televisiva sabe recompensar a sus espectadores más pacientes.
La comedia de David Crane (co-creador de la legendaria Friends) y su pareja, Jeffrey Klarik, ha conseguido dar carpetazo, con mucho estilo, al marco argumental inicial, que se extendió durante las dos primeras temporadas, para ahora avanzar por nuevos derroteros, consecuencia de ese escenario original o bien introducidos ad hoc. Su narrativa perfecciona esa amalgama del humor procedente de ambos lados del charco y los silencios sustituyen mejor que nunca a los momentos en los que cabría esperar risa enlatada. La autoparodia de Matt LeBlanc va ganando complejidad e interés, no exclusivamente cómica, a medida que se superponen diferentes conflictos entorno y "a consecuencia" de su personaje. Por otro lado, Carol (Kathleen Rose Perkins) tiene por fin la importancia central que su personaje merece y su vis cómica empieza a ser verdaderamente explotada, con hilarantes resultados. El más bien desaprovechado Merc Lapidus (John Pankow) gana aliciente desde el otro lado, el de los perdedores y despechados, mientras que su sustituto, el etéreo y surrealista Castor Sotto (Chris Diamontopoulos) pone la nota absurda, con un gran poder catalizador dada la relevancia diegética de su cargo, en una dinámica de colisiones de egos permanentes y complementarias que de seguro acabará reventando... con cómico resultado.
Estamos ahora mismo en el ecuador de la tercera temporada y las sensaciones no podrían ser mejores, encontrándose además en plena progresión. Episodes se ha sacado por fin esa molesta vitola de "quedarse a medio camino de todo" y empieza a explotar el potencial que se le intuía en sus inicios. Es más, ahora por fin empiezan a emerger como la espuma todo ese humor "meta" sobre la industria televisiva que tantos esperábamos, el ingrediente que pone la guinda en este cada vez más hilarante "choque cultural" entre lo inglés y lo estadounidense en un escenario tan propicio como es la "cocina" de la televisión.
