HAPPINESS (1998) de Todd Solondz
Esa lacra inmunda que es la droga se ha vuelto a cobrar una nueva víctima en el mundo del espectáculo. Esta vez el malogrado ha sido el actor neoyorquino Philip Seymour Hoffman, actor fetiche del cineasta Paul Thomas Anderson, con el que trabajó hasta en cinco ocasiones, desde su ópera prima Sidney hasta la reciente The Master. El intérprete fue hallado ayer muerto en su apartamento en el West Village de Manhattan, aparentemente a causa de una sobredosis, a sus 46 años de edad. Tras haberse mantenido "limpio" los últimos 23 años, Hoffman, reconoció en diversas entrevistas el pasado año que había volvido a caer en el nefasto vicio de la heroína y que se había sometido a tratamiento de rehabilitación.
Su milimétrica encarnación de Truman Capote en el film homónimo de Bennet Miller, del cual también fue productor ejecutivo, le valió todo tipo de reconocimientos en la temporada de premios 2005-2006, entre ellos el Oscar al Mejor Actor Protagonista, en su primerísima nominación. Acumuló otras tres candidaturas, en la categoría de Mejor Actor de Reparto, por La guerra de Charlie Wilson, La duda y el pasado año con la mencionada The Master, con la cual también se alzó con la Copa Volpi veneciana, ex aequo con su compañero de reparto Joaquin Phoenix.
Entre sus numerosos papeles para el recuerdo, no pocos en un registro muy versátil y variado que incluye desde el cine más independiente hasta blockbusters de tomo y lomo (deja incompleta su participación en la saga Los juegos del hambre), está el de un enfermizo, obsesivo, onanista y reprimido "vecino de al lado" en la brillantemente desasosegante Happiness, de Todd Solondz. Y como si de una comedia negra de Solondz se tratase, su vida se ha apagado de una manera que poco tiene de "happy ending".
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