EL PUTO MÁS AFORTUNADO - 'APRENDIZ DE GIGOLÓ', de John Turturro
APRENDIZ DE GIGOLÓ – Fading gigolo (2013) de John Turturro
En 2009, la HBO lanzó una serie titulada Hung (Superdotado) que narraba las peripecias de un entrenador de baloncesto reconvertido en chico de compañía como consecuencia de una situación financiera asfixiante. Tuvo relativo éxito entre crítica y público, y se alargó hasta las tres temporadas, una duración que, si bien no es desorbitada, podríamos considerar como notable. Para su quinta película como director, John Turturro se sirve de una premisa similar y se rodea de un grupo de actores que le alegran a uno el ánimo (Woody Allen) y la vista (Sharon Stone, Sofía Vergara).
Cuentan que la conversación entre John Turturro y Woody Allen, cuando el primero le habló del proyecto al segundo, fue así:
J.T.: He escrito una película sobre un gigoló que se acuesta con unas mujeres increíbles.
W.A.: ¡Magnífico, soberbio, una idea asombrosa! ¿En quién has pensado para el papel?
J.T.: Lo haré yo.
W.A.: ¡Anda, míralo qué listo! ¡Un chico muy listo! ¡Un ejemplo para tu raza!
J.T.: Tú puedes hacer de mi chulo, si quieres.
W.A.: Bueno, no sé, quiero decir que, bueno, eh... ¿también se acuesta con mujeres increíbles?
J.T.: No. Pero es un excéntrico neurótico que tiene los únicos gags medianamente divertidos de la película.
W.A.: En ese caso...bueno, sí... vale, supongo... ¿qué demonios? ¡Claro, sí!
La historia se ambienta en una comunidad judía de los Estados Unidos, un escenario donde ya hemos visto a Allen en innumerables ocasiones, y eso nos remite inevitablemente a obras anteriores del genio neoyorkino como Annie Hall. Es injusto, no obstante, comparar al gigoló de Turturro con una de las mayores comedias de la historia del cine. Aquella estaba tocada por los dioses, su guión era una de esas cosas que podríamos mandar a los extraterrestres en una nave espacial para demostrar de lo que los humanos (algunos) somos capaces. Y Aprendiz de gigoló es... una comedia normalita, agradable, que ni ofende al personal ni lo mata de risa. Una de esas películas que disfrutas medianamente y luego olvidas. Ni buena, ni mala. Ni frío, ni calor.
No puedo dejar pasar por alto una apreciación sobre Sofía Vergara. La actriz colombiana de Modern family, se mire por donde se mire, es interpretativamente limitada. Encontró en la serie de la ABC un vehículo de lucimiento idóneo con un papel que, sospecho, no está muy alejado de su verdadera personalidad, pero fuera de ahí su carrera se desmadra y sus facultades quedan en evidencia. Alguno dirá que sufre el síndrome de Penélope Cruz, que consiste en verse obligada a encarnar una y otra vez el papel de latina explosiva ligeramente desquiciada. Sin embargo, estamos los que pensamos que la española es una actriz con un gran talento interpretativo, mientras que la colombiana tiene dos enormes talentos de cuello para abajo y poco más.
En definitiva, a Aprendiz de gigoló le falta garra, una gotita de veneno, la valentía de ir a por todas. La historia no prospera desde su interesante punto de partida, y el espectador quiere más. ¡Ha ido a ver una película de chulos y gigolós con Woody Allen y John Turturro, por el amor de Dios, y se niega a conformarse con blanderías y amabilismos! Pero, al final, eso es lo que hay. Una penita agradable y ligeramente tonta.