DVD y Blu-Ray: BIG BAD WOLVES (2013) de Aharon Keshales y Navot Papushado

Big bad wolves (2013) de Aharon Keshales y Navot PapushadoLA GRUESA LÍNEA DE LO MACABRO

Cuando parecía que esos thrillers juguetones de Tarantino o Guy Ritchie, revestidos de comedia negra, que tanto gustaban en los años noventa, quedando para la posteridad como auténticas obras de culto, habían quedado como sello de una época irrepetible que no volvería, llega nada de menos que de Israel (constituyendo, junto a El congreso, una notable cosecha del 2013 en el país levantino) todo un revival de dicha escuela, que incluso va a más en sus influencias. De hecho, el propio Tarantino calificó a la pieza de los relativamente novatos Keshales y Papushado como la mejor película de 2013.

Big bad wolves (2013) de Aharon Keshales y Navot PapushadoEn este cóctel, sólido y bastante homogéneo en apariencia, se mezclan una base principal en la línea coeniana-tarantiniana-ritchiana con un toque de concentración espacial a lo Funny games y una deriva ulterior a lo Berlanga, a su vez con un enfermizo giro final (vía una considerable trampa de guión, que luego se intenta justificar o redimir en cierto modo) que se sitúa entre los Coen más sangrientos y el Haneke más sádico. No podemos entonces considerar aquí la búsqueda del humor negro como un fin en sí mismo sino como un medio que nos hace replantearnos, mientras se disfruta de un original divertimento estilístico, los códigos morales de lo sádico y lo macabro.

Big bad wolves (2013) de Aharon Keshales y Navot PapushadoCierto que es que hace falta tacto y brillantez para convertir en comedia una fábula tan explícita sobre la tortura, con la brutal obra de un sádico pedófilo como premisa y la consumación de la venganza como cauce (todos los caminos conducen a Tarantino). En este mejunje moral y representativo, el humor macabro, de trazo grueso y que mancha mucho, encuentra sus claves en los contrastes, sobre todo el que se detecta entre el sadismo del padre de la víctima, sediento de venganza, y el compungido y apaleado sospechoso principal, cuya incierta culpabilidad, duda permanente en el metraje, se erige en piedra angular de dicho juego, que sostiene todo lo demás, sobre la base moral del doble filo de la venganza y la “justicia directa”. Una artimaña narrativa donde la tercera pata en esa dicotomía entre el Bien y el Mal, la policía, más que buena o mala, es directamente tonta y torpe.

Ya en lo puramente formal, destaca el modo en el que el abuso del deus ex machina, defecto narrativo de libro, aquí se torna, en esa inflexión hacia la comedia, en gag recurrente, eficaz y que permite la fluidez del relato. Ya por último, llama la atención la naturalidad y la poca contención con la que, ya en lo circunstancial, contextual, se refieren a los árabes como gente de mala vida, trigo sucio. ¿Parte del juego humorístico? ¿Leve denuncia en clave de hipérbole normalizada? Una anecdótica reflexión que se vuelve chica ante las sensaciones tan encontradas que producen los últimos minutos del film, en los que el cachondeo no lo era tal y lo macabro reaparece en su máxima expresión.

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