CANCIÓN DE AMOR Y MUERTE - 'EL LIBRO DE LA VIDA', de Jorge R. Gutiérrez
EL LIBRO DE LA VIDA – The book of life (2014) de Jorge R. Gutiérrez
Dos reinos cohabitan en el mundo de los muertos: el de los recordados (aquellos que pese a haber fallecido siguen presentes en los recuerdos de los vivos) y el de los olvidados (aquellos a quienes nadie recuerda ya). El primero, como es de esperar, es un mundo colorido y paradójicamente lleno de vida, mientras que el segundo se reduce a polvo y oscuridad. A uno casi le dan ganas de ser muerto y recordado sólo para unirse a la fiesta, pero no es de eso de lo que trata la película. El caso es que los gobernantes de ambos mundos deciden jugarse sus reinos en una apuesta: la reina de los recordados predice que será Manolo, un joven torero con alma sensible y aspiraciones musicales quien se casará con la bella María, mientras que el rey de los olvidados pone sus esperanzas en Joaquín, un noble guerrero.
Con ese punto de partida más o menos manido, más o menos visto 50 veces antes, Jorge R. Gutiérrez se las ingenia para cautivarnos con un desbordante sentido del espectáculo y un diseño de personajes excepcional. El repertorio musical y el colorido de los escenarios son una constante alegría para la vista y poco importa que el argumento sea menos original de lo que pretende ser. Porque, ¿qué más queremos? ¿Alguien esperaba otra cosa, esperaba más, esperaba mejor?
Gutiérrez realiza una pseudo-adaptación de su cortometraje del año 2000 titulado Carmelo. Ya estaban ahí los muertos, el mundo taurino, el diseño de personajes emulando a figuras de madera, etc. Sin embargo, aquella era una obrita minúscula sin demasiada historia ni atractivo para el público. El libro de la vida tiene más dinero, más medios, un divertido guion (para pequeños y no tan pequeños) y a un peso pesado (en todos los sentidos) supervisando el proyecto: Guillermo del Toro. Su mano se nota en las atmósferas góticas y los pasajes más fantasmagóricos, aunque, sospecho, su aportación a la película es similar a la de Tim Burton en Pesadilla antes de navidad.
La película es moderadamente progre y hasta hay una escena en la que el torero Manolo se disculpa ante el toro (eso sí que merece un sonoro olé), pero, ay, parece que al cine de animación le cuesta todavía librarse de sus princesas. María es una chica fuerte e independiente que a menudo en la película reclama su autonomía e independencia, pero esos destellos ¿feministas? no pueden ocultar el hecho de que toda la historia gira en torno a dos hombres que se disputan a una mujer, cual trofeo de caza, y en ningún momento se plantea la posibilidad de que ella elija a otro, a otra o a nadie en absoluto. María ha sido educada en Europa, instruida y culta, y sin embargo su amor sólo puede caer en manos de un torero o un guerrero, ninguno de los cuales ha abandonado jamás su pueblo natal y cuya educación es prácticamente nula. En este sentido, Gutiérrez podía haber aprendido un poco de obras de animación como Brave o la extraordinaria El cuento de la princesa Kaguya. O, para el caso, podría haber mirado el calendario y comprobar en qué siglo vivimos.
En cualquier caso, si decidimos obviar este asunto, nos encontramos con que El libro de la vida ofrece una buena diversión e innegable talento durante su hora y media de prodigio visual que, a buen seguro, va a hacer las delicias de pequeños y mayores. Tiene bastante tabasco como para resucitar a los muertos.
