LA GUERRA SILENCIOSA - 'EL PUENTE DE LOS ESPÍAS', de Steven Spielberg
EL PUENTE DE LOS ESPÍAS – Bridge of spies (2015) de Steven Spielberg
Salgo del cine encantado con la nueva colaboración Spielberg-Hanks, tal vez porque no esperaba gran cosa o, quizá, porque este tipo de películas acostumbran a dejarme tan frío como la guerra que retratan. En El puente de los espías el thriller se desliza suavemente, sin cachivaches ni pirotecnia sobreexcitada. Las mayores persecuciones se dan a velocidad de paseo y sin más arma que un paraguas. La violencia se sitúa constantemente en segundo plano y los golpes más dolorosos se atizan con el diálogo. Es una película bélica en cierto modo, pero no una película de guerra. Salgo encantado, repito, porque me encuentro con un Spielberg firme y elegante, con un Tom Hanks al que veo más suelto que nunca y con un guión de Matt Charman (en inestimable colaboración con los hermanos Coen) que cree en su historia y sus personajes y, por tanto, no siente la necesidad de recurrir a fuegos artificiales para mantener al espectador atento.
Salgo encantado del cine porque me gusta mucho este Spielberg inspirado, el que narra con ritmo y vigor, el que crea con sus juegos de luces y sombras una atmósfera noir, el Spielberg verdaderamente presente y no el que pone el piloto automático. Y cómo me gusta este Tom Hanks al que se le ve en su salsa, dramático cuando debe y divertido cuando el guión se lo permite. Este Tom Hanks al que a menudo se ha acusado de interpretarse siempre a sí mismo (y digo yo: ¡Qué bien le sienta a Tom Hanks hacer de Tom Hanks en El puente de los espías!). Y, por si fuera poco, cómo me gusta descubrir a Mark Rylance, visto recientemente interpretando a Thomas Cromwell en la miniserie Wolf Hall, un veterano actor de teatro pero gran desconocido para los cinéfilos. La suya es la revelación del año, una interpretación que pese a los escasos minutos en pantalla consigue devorar cada plano.
La historia sigue a un abogado (Hanks) al que se le asigna la defensa de un espía ruso (Rylance) y el posterior proceso de intercambio de este espía por un prisionero estadounidense. La película se divide, pues, en dos partes: el juicio y la negociación posterior por el canje de prisioneros. La primera es levemente superior, seguramente gracias a la mayor participación de Rylance, pero el conjunto es tan equilibrado como envolvente. No se puede hablar de película perfecta, pero bien es cierto que cuesta imaginarla mejor. ¿Significa esto que no hay "spielbergadas"? Pues no, las hay, especialmente en el tramo final, pero no molestan. ¿Se da una visión igualitaria del bando estadounidense y del ruso? Pues tampoco, y esto puede verse como maniqueo, patriótico, propagandístico incluso, pero, sinceramente, tampoco molesta. Porque lo que ha hecho Spielberg es su película más entretenida en muchos años, un thriller que sabe ser al mismo tiempo sosegado y trepidante, que se ve no como una recargada lección de Historia como lo fuera Lincoln, sino como el relato fascinante de dos grandes imperios que libraron una guerra de tanteo y reconocimiento donde las bombas se reemplazaron por información y los tanques por espías.
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