EL ASESINATO DE LA IMAGINACIÓN - 'ALICIA A TRAVÉS DEL ESPEJO', de James Bobin
ALICIA A TRAVÉS DEL ESPEJO – Alice through the looking glass (2016) de James Bobin
La Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton tenía sus problemas, especialmente cuando se la comparaba con la obra original de Carroll o la adaptación animada de Disney de 1951. El director californiano quiso adaptar la historia a su propia extravagancia -con un anfetamínico Johnny Depp metido en la salsa, faltaría más- pero el resultado dejó en evidencia que si bien Burton posee un imaginario visual propio, como narrador resulta de lo más convencional. Para levantar la secuela, Alicia a través del espejo, Disney ha traspasado las riendas a James Bobin, un nombre que al espectador medio no le dice nada -aunque le da para algún chiste bobo sobre su apellido- pero con una filmografía moderadamente interesante en la que se encuentran las dos películas más recientes de los Muppets y la serie Los Conchords. El guión, como en el caso de su predecesora, corre a cargo de Linda Woolverton, una mujer a la que le debemos los libretos de El rey león y La bella y la bestia, entre otras, pero en cuyo nombre jamás repararemos, porque a quién demonios le importan los guionistas si lo único que hacen es idear las historias, articularlas de modo adecuado y escribir las escenas y diálogos en base a los cuales se construye todo lo demás.
¿Prometía esta secuela? Pues, francamente, no. Pero, a veces, la falta de expectativa puede ser positiva, pues lo cura a uno de espanto y lo prepara para lo peor, dando como resultado que uno sólo pueda mejorar lo inicialmente previsto. A veces. Otras, como en el caso que nos ocupa, incluso los peores augurios se las ingenian para superarse. Alicia a través del espejo hace que su predecesora, si bien algo tonta, resulte, al menos, alegre. Esta segunda parte es fastidiosamente aburrida y carente de imaginación, y lo que es peor: asesina brutalmente la feliz locura del relato y sus personajes tratando de racionalizar la sinrazón. Francamente, queridos, me importa un bledo por qué la cabeza de la Reina de Corazones es tan grande o de dónde viene la vocación del Sombrerero por su oficio. No necesito saberlo. No quiero saberlo. ¿Por qué estropear la dicha de la imaginación y la fantasía dando explicaciones que nadie ha pedido? Incluso en el caso de que esas explicaciones resultasen de algún interés para alguien, deberían ser tratadas como revelaciones anecdóticas y de ningún modo podrían constituir el argumento mismo de la película. A través del espejo es una secuela que, en realidad, es una precuela disfrazada, un Alicia: los orígenes que da vueltas en el tiempo para acabar en el mismo punto y sin haber contado nada de nada.
Visualmente el espectáculo está servido, pero no es suficiente. Ni siquiera Mia Wasikowska, que siempre está bien -o sería más conveniente decir que nunca está mal-, consigue dar fuerza a una aventura tan tonta y desalmada. Tampoco vale argumentar que se trata de una película infantil, pues, en cualquier caso, es todo lo contrario: una barrera para la imaginación de los niños, un peligroso muro para sus fantasías, que les enseña que detrás de cada idea alucinante debe haber una explicación, un motivo aburrido y racional que lo justifique. La gracia del Alicia original consiste en extraer enseñanzas de un mar de locura, no en conocer la marca de té que beben el Sombrerero y la Liebre o el color de tinte de la Reina.
Uno espera que al otro lado del espejo aguarden aventuras de otro mundo. Lo último que desea es comprobar que, en realidad, no es más que la proyección de nuestro mundo aburrido regido por las mismas lógicas terrenales. Yo me ahorro el viaje. Qué aventura más tonta.