MÁS ALIEN QUE LOS ALIEN – ‘ALIEN: COVENANT’, de Ridley Scott

ALIEN: COVENANT (2017) de Ridley Scott 

Yo soy de esos raros que disfrutó mucho de Prometheus. Porque aparte de una buena película de ciencia ficción, tenía pleno sentido con la película original. Lo especial de la primera Alien ya no es sólo la atmósfera que Ridley Scott otorgó con esa dirección espléndida, ni los diseños de H.R. Giger. Lo que pasa más desapercibido y sin embargo es de los mayores aciertos es el guión de Dan O’Bannon. Un guión cualquiera situaría al xenomorfo como una criatura aislada en ese planeta. Pero O’Bannon hizo que necesitasen un cuerpo de otro ser vivo para incubarse a través del facehugger. Y para más inri, introduce al Space Jockey y su nave, con el cultivo de los huevos de alien. Esos detalles hacen que una simple historia tenga un trasfondo increíble, que alimentó durante años la imaginación de los fans y dio para una película por sí sola, la anteriormente citada Prometheus. Y, gustase o no la explicación, jugaba con la mitología propia de la saga, dándole una nueva dimensión. El Space Jockey pasaba a ser un Ingeniero y descubríamos el origen de los xenomorfos. Ya sólo faltaba conectar esa trama con aquella en la que Ripley sobrevivió junto a su gato.

Era sencillo. Tienes los elementos pasados y futuros, tienes por fin a los xenomorfos de vuelta (por eso recupera el título Alien), y el tráiler parecía indicar que incluso regresábamos al terror claustrofóbico de la primera (aunque yo siempre me haya estremecido más con Aliens: el regreso, del genio James Cameron). Y sí, la película es una gozada, yo me lo pasé bien y no se me hizo larga. Pero salí decepcionado del visionado. Decepcionado no porque sea una película más cercana a la sci-fi de Prometheus que al terror de la saga original (un gran engaño del tráiler). Incluso me gusta ese toque, antes de caer en el patetismo de Alien: resurrección. Pero se han cargado todas las bases de la historia. El origen de los xenomorfos y facehugger y los actos de cierto personaje no tienen cabida con la nave del Space Jockey donde John Hurt se infecta en 1979. Se ha anunciado ya secuela de Covenant, pero tendrán que preparar una explicación demasiado cogida con pinzas para cuadrar todo. ¿Y qué decir de los Ingenieros? De genios científicos en Prometheus aquí pasan a un segundo plano y casi de estilo de vida medieval.

Que sí, que Michael Fassbender vuelve a estar genial (es el gran actor del siglo XXI), que la dirección de Scott es espléndida, que la dirección de arte es para besar al responsable (especialmente en el laboratorio ‘davinciano’), pero la base, que es el guión, hace aguas. Y no sólo por la, como decía, falta de concordancia con la imaginería de la saga, sino también por querer humanizar a los personajes con relaciones que poco aportan al ritmo de la película, y por hacer que unos supuestos colonos y científicos preparados para una misión actúen como idiotas en situaciones de emergencia.

Conclusión: sí, la película es buena. Y estoy seguro que satisfará las necesidades de los fans decepcionados con Prometheus. Pero yo esperaba profundizar y conectar la trama de Weyland-Yutani con los Ingenieros y los xenomorfos. Algo que se han pasado por el forro.

Un último detallito que fue de lo que más me gustó de aquí: atención a la similitud del binomio Ingenieros-humanos/sintéticos-xenomorfos. De ahí mi título para esta crítica. Y cómo los sintéticos se han convertido en protagonistas con casi tanto peso como los alien en toda la saga.

Ficha técnica

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