NO ES OTRA DE MAGOS - ‘JUNGLE’, de Greg McLean
“¡Que saque la varita!”, pido a voces en un intento desesperado de ayudar al protagonista en su tormentoso camino. Al rato, me doy cuenta de que desgraciadamente Jungle no es una película sobre Hogwarts.
Y es que ni un escenario espectacular, ni un tremendamente asfixiante suspense que se prolonga durante la segunda mitad de la cinta, ni una fotografía bastante cuidada son capaces de engañar al espectador durante un solo segundo y convencerlo de que Yossi Ghinsberg (Daniel Radcliffe) no es el mismísimo Harry Potter pasando penurias en Sudamérica.
En mi opinión, ni siquiera unos buenos cuencos llenos de poción de mandrágora serían suficientes para hacernos creer que ése de la pantalla no es el queridísimo por el público infantil de hace unos años, Harry James Potter, inmerso una aventura basada en hechos reales, que cuenta la historia de Yossi, un chico judío, que se pierde, ciego por superar sus complejos más profundos, en parte boliviana de la selva amazónica, acompañado de otros dos jóvenes y un guía que resultó ser un patán. Lo de los complejos queda claro porque llega a verbalizarlo en algún momento del filme, liberando a la audiencia de la complejísima tarea de inferir las conclusiones más obvias y pueriles. ¡Gracias!
Sólo Javier Cámara con acento colombiano podría empeorar la sensación para el espectador, que se debate entre la vida y la muerte durante las casi dos horas de metraje, tanto o más que el propio Harry, en un filme por antonomasia previsible y simplón, fantástico para una terminar de rematar cualquier tarde tonta de fin de semana de otoño y desear que llegue el lunes.
Por último, el plano se abre y la cámara se eleva mostrándonos una bellísima Amazonia de diciembre con tonos amarillentos, un río de caudal apacible y un fundido a negro tranquilizador. Aparecen los créditos y respiro aliviado. Se encienden las luces, y en la sala me acompaña Javier Cámara, que con acento colombiano me grita “¡wingardium Leviosa!”, y yo, como Yossi, me elevo y reconozco que ha sido todo una alucinación. Puede que Javier Cámara le hubiera dado un ligero matiz rumboso, sobre todo con ese nuevo acentazo tan melódico que se gasta.
Pensar en esto es lo único que me salva la tarde, porque la película es verdaderamente infumable.