EFA 2018: LA CRÓNICA
PAWLIKOWSKI REINA EN EL CINE EUROPEO
Con motivo del 15 aniversario del Festival de Sevilla, la Academia del Cine Europeo decidió llevar a la capital andaluza la 31 edición de sus premios anuales, que cada dos años se celebra fuera de Berlín, sede de la institución. El Teatro de la Maestranza acogió el pasado sábado una gala en la que se confirmaron todos los pronósticos, y la favorita, la polaca Cold war, arrasó con cinco estatuillas: Película, Director (que también ganó en Cannes), Guión, Actriz (para una Joanna Kulig que no pudo asistir a la ceremonia) y Montaje.
Pawel Pawlikowski reedita así el éxito de hace cuatro años con Ida y se perfila como el gran favorito (al menos desde el Viejo Continente) en la carrera al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa (que ya se llevó con aquella en 2015). La única nota "discordante" en las categorías principales la puso una de las grandes revelaciones de este año el cine europeo: el italiano Marcello Fonte, que repite el premio al Mejor Actor que ya se llevó en Cannes por Dogman, de Matteo Garrone (que sumó también las estatuillas de Vestuario y Maquillaje). Entrañable como él solo, bajó acto seguido a saludarnos a la sala de prensa, estatuilla en mano.
El apartado de Mejor Comedia se lo llevó La muerte de Stalin, de Armando Ianucci, quien defendió la exageración como base de la comedia y la necesidad de trabajar cada vez mejor los contenidos en estos tiempos tan difíciles para el humor por la censura y la ultracorrección política. El premio revelación (Discovery Award, entregado por la Fipresci) fue a parar a la belga Girl, debut de Lukas Dhont en el largometraje y del bailarín Victor Polster en la interpretación. Dhont afirmó sentirse muy feliz de todos los mensajes que reciben de jóvenes trans a quienes la película ha servido mucho de ayuda a la hora de afrontar todos los procesos por los que pasan.
Como no podía ser de otra manera, el Mejor Documental fue para Bergman: su gran año, de Jane Magnusson, en el centenario del nacimiento del genio sueco, primer presidente de la Academia. El premio de animación se lo llevó la coproducción española Un día más con vida, del vasco Raúl de la Fuente y el polaco Damian Nenow. El Premio del Público fue para Call me by your name (Oscar al Mejor Guión Adaptado para James Ivory), de Luca Guadagnino, que no pudo acudir a la cita pero mandó su mensaje de agradecimiento a través de su amiga Daniela.
En el otro lado, el de la "derrota" (como si fuese poco logro haber llegado aquí ya), tenemos a la sueca Border, de Ali Abbasi, que triunfó en Cannes, en la sección Una Cierta Mirada, pero aquí tuvo que conformarse con el premio a los Efectos Visuales, y sobre todo a la italiana Lazzaro feliz, de Alice Rohrwacher, Mejor Guión en Cannes, que se fue con las manos vacías pese a figurar como posible tapada en algunas quinielas.
El mejor momento de la gala llegó en la presentación del premio honorífico para Carmen Maura (con quien puede conversar en su encuentro matutino con la prensa): empezaron Rossy de Palma y Carlos Areces con un popurrí de temas muy populares que bien valía una lista de Spotify (que acabó con ambos cantando I will survive, enterita) y siguió con un Wim Wenders (preidente de la Academia) que, con sombrero y en un español bastante logrado, se describió como "un hombre al borde de un ataque de nervios" ante la "reina del cine europeo".
La veterana actriz madrileña, emocionadísima, mezcló el español, el inglés y hasta el francés en un discurso de agradecimiento en el recordó con especial atención el vestido rojo que llevaba cuando recibió el primero de sus dos EFAs como Mejor Actriz (en 1988 por Mujeres al borde de un ataque de nervios) y compartió el premio con Bárbara Lennie (compuesta y sin estatuilla) y con todas las actrices que se inician en esta industria, a las que alentó a no obsesionarse por el físico: "no hay que ser la más beautiful ni la más flaca".
La gala tuvo un carácter marcadamente militante en torno a tres grandes temas que afectan plenamente a la Europa actual: el Brexit, el ascenso del populismo y la extrema derecha y los ataques a la libertad de expresión (especialmente en la Rusia de Putin). No parece casual que fuese la edición elegida para conceder a Costa-Gavras, toda una referencia del cine político, el Premio del Presidente y la Junta, una distinción muy exclusiva que hasta ahora sólo detentaban Manoel de Oliveira, Michel Piccoli, Michael Caine y Andrzej Wajda, que se dice pronto. Esta impronta política y europeísta se dejó notar mucho también en el discurso de Ralph Fiennes por el premio a toda su carrera, que aseguró que se siente tan inglés como europeo y alertó de los peligros del populismo, la corrección política y la manipulación en las redes sociales.
Un guante que en la ronda de preguntas y respuestas recogió Ianucci (también británico), que recordó la prohibición de La muerte de Stalin en Rusia y mandó un recadito a su mandamás; y no tanto Pawlikowski, que reconoció los ecos en Cold war del renacer de viejos fantasmas que vivimos hoy en día pero afirmó que "no hice una película para periodistas, sino para reflejar emociones humanas". Tampoco faltó el llamamiento de los presentadores a la participación en las próximas elecciones europeas.
En los próximos días se publicarán las reseñas de los encuentros con Carmen Maura y Ali Abbasi.
Temporada de premios
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