OSCARS 2015: LA CRÓNICA
EL PÁJARO QUE DEFECÓ SOBRE EL NIÑO
Hace apenas dos meses que Birdman echó a volar y su impecable recorrido no finalizó hasta aterrizar en la gran noche de Hollywood para proclamarse rey de la función con cuatro hombrecillos dorados (a Película, Director, Guión Original y Fotografía). El gran hotel Budapest también se hizo con cuatro estatuillas en categorías técnicas, y la favorita de la noche, la preciosa, conmovedora, magistral Boyhood, tuvo que conformarse con el merecido premio a Patricia Arquette. Whiplash sorprendió con tres Oscars. Julianne Moore se llevó un premio que ya debería haber tenido en su casa hacía años. Eddie Redmayne le ganó la partida a Michael Keaton (y mereció la pena sólo por ver al muchacho tan nervioso y contento). Matthew McConaughey repitió “all right!”. Hasta Glom Gazingo estuvo ahí. Esto es lo que dieron de sí los Oscars.
Neil Patrick Harris. Con un maestro de ceremonias así, nada puede ir mal. Salvo para Richard Linklater, pobre. El opening musical fue para quitarse el sombrero y aplaudir de pie. Desconozco si alguien se quitó o no el sombrero en el teatro, pero de pie no se vio a nadie. ¿Qué esperaban? ¿Un número como el de Hugh Jackman en 2009? Aquel fue irrepetible. Al menos Harris superó con creces (y no era difícil) el "We saw your boobs" de Seth McFarlane hace dos años, graciosete para un capítulo de Padre de familia, pero definitivamente poco apropiado para unos Oscars. Harris, además, hizo magia. Al principio de la gala, bajo la atenta vigilancia de Octavia "Ojitos de Sapo" Spencer, guardó en una urna sus predicciones para la noche, que al final se revelaron acertadas incluso en los más pequeños detalles.
Los secundarios, que llevaban más de un mes recogiendo premios a ritmo de tres por semana, ya habían tenido tiempo de agradecer a sus familiares, amigos, amigos de amigos, vecinos, amigos de vecinos, mascotas, primos de mascotas y quiosqueros habituales. Quizás por eso, decidieron llevarse a la noche de los Oscars un discurso diferente. J.K. Simmons, enorme en Whiplash, nos instó desde el escenario a llamar más a nuestros padres. No escribirles whatsapps ni enviarles e-mails: llamarles, oír sus voces, escuchar lo que tengan que decirnos al menos mientras ellos quieran hablarnos. Patricia Arquette, que con su maravillosa interpretación en Boyhood comparte podio con la Jessica Chastain de El árbol de la vida como las grandes Madres del cine del siglo XXI, empleó su tiempo en reclamar igualdad laboral y salarial para las mujeres. Un discurso importantísimo (ahí están los datos, y son para llevarse las manos a la cabeza) que encontró en Meryl Streep la más entusiasta de las reacciones. Por cierto, qué elegante iba Meryl y qué suelta se le ve en los Oscars. Casi podría decirse que los inventó ella.
La música. Los Oscar siempre han tenido tendencia a ser cantarines, con resultados desiguales según la edición. La de anoche fue, sin duda, de las mejores. Para el recuerdo quedará la emocionante y vibrante actuación de John Legend y Common, que interpretaron Glory, de la película Selma, por la que acabaron llevándose el Oscar. Para la ocasión, el escenario se transformó en el puente de Edmund Pettus que Martin Luther King cruzó en su marcha desde Selma, Alabama. Precioso y emotivo. Que se lo pregunten a Chris Pine, que no pudo contener unos buenos lagrimones. Destacable también el homenaje de Lady Gaga a Sonrisas y lágrimas. Eso sí, la canción de La Lego película es para pegarse un tiro. Everything is awesome cuando se callan.
Glom Gazingo. ¿El momentazo de la gala? Bien podría serlo. Idina Menzel se vengó de John Travolta, que el año pasado la presentó como Adele Dazeem en un error que, por mucho que traten de explicarnos, jamás llegaremos a comprender del todo. Anoche, Menzel se tomó la justicia por su mano y dio la bienvenida al escenario a Glom Gazingo, que no era otro que el actor de Grease. Genial.
Cititzenfour. El documental de Laura Poitras se llevó con toda justicia el Oscar por el impagable seguimiento a Edward Snowden durante los días en los que decidió revelar al mundo el escandaloso atentado contra la privacidad de la NSA. Cuando Poitras abandonó el escenario, Neil Patrick Harris comentó que Snowden no había podido acudir a la gala "for some treason" (haciendo un juego de palabras entre "por alguna razón" y "por alguna traición", que en inglés suenan muy similar). Un chiste afilado y peliagudo. Cada uno que se lo tome como considere oportuno.
Big Hero 6. Si los académicos hubieran hechos sus deberes y hubieran visto todas las películas de animación nominadas (algo que no hicieron, como prueban las confesiones anónimas de algunos votantes a The Hollywood Reporter), el Oscar debería haber ido a parar a El cuento de la princesa Kaguya, que es exquisita a más no poder y una obra maestra de animación tradicional. Sin embargo, se sabía que el premio iba a caer en manos de Big Hero 6 o Cómo entrenar a tu dragón 2, que eran las únicas propuestas que los votantes se habían dignado a ver. Finalmente ganó la mejor de las dos, la epopeya del superhéroe más perezoso de todos los tiempos. No era la mejor, pero es estupenda.
Sé raro. Graham Moore, ganador del Oscar al mejor guion adaptado por The imitation game, ofreció uno de los momentos más emotivos de la noche cuando confesó que trató de suicidarse a la edad de 16 años por sentirse diferente a los demás. Desde el escenario, Oscar en mano, lanzó un mensaje a todos los jóvenes que se encuentran en esa situación: “sé raro, sé diferente, y algún día, cuando subas a un escenario y tengas la oportunidad de dedicar unas palabras, transmite el mensaje al siguiente que venga”. Magnífico.
Keaton. Una cosa parecía clara: si finalmente Birdman se proclamaba triunfadora de la noche, Michael Keaton se llevaría el Oscar al Mejor Actor. Porque él es el cuerpo y el alma de la película, sin él la cosa no tendría ni pies ni cabeza. Pero parece que en Hollywood no lo entendieron así y prefirieron entregar los máximos honores a Eddie Redmayne por uno de esos papeles que apestan a Oscar desde el primer borrador de guión. Ojo, el muchacho está asombroso, no seré yo quien minimice los méritos del actor atribuyendo su transformación únicamente a la magia del maquillaje.
Julianne Moore. Ya era hora. Irreprochable. Perfecta.
La quiniela. Pero el ganador de la noche, admitámoslo de una vez por todas y sin tapujos, fui yo, que me llevé la quiniela de EnClave de Cine con toda la desfachatez, permitiéndome el lujo de fallar las categorías de Mejor Película y Director, más chulo que un ocho. No, ahora en serio, victoria por un sólo puntito ante Julio C. Piñeiro y Pedro Mandías, dos grandes del circuito cinematográfico. Espero premio.
Críticas publicadas: Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia), Big Hero 6, Boyhood (Momentos de una vida), El francotirador, Foxcatcher, Leviatán, Perdida, Siempre Alice, Timbuktu, Whiplash.
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