DIARIOS DE CUARENTENA: ‘LOVING VINCENT’, de Dorota Kobiela & Hugh Welchman
LOVING VINCENT (2017) de Dorota Kobiela & Hugh WelchmanDos artes, una expresión
“El cine se mueve a un nivel más cercano a la música y la pintura que a la palabra escrita”.
Stanley Kubrick no era ningún coach ni filósofo de pacotilla, y si hacía afirmaciones tan rotundas era no sólo porque creía en lo que decía, sino porque lo puso en práctica a lo largo de toda su filmografía, especialmente en Barry Lyndon, que prácticamente parece un tableau vivant de Georges de la Tour. Hitchcock, Peter Greenaway, Almodóvar, Sokurov, Wes Anderson… muchos grandes cineastas han explorado los límites de la frontera entre cine y pintura, pero jamás alguien ha llevado la cita de Kubrick hasta su máxima expresión como Dorota Kobiela y Hugh Welchman en Loving Vincent, que acaba de llegar al catálogo de Netflix.
¿Qué mejor carta de amor a Van Gogh que dejar a su arte "tomar la palabra"? En la era de la supremacía digital, de la imagen generada por ordenador, el tándem polaco-británico se propuso la ardua empresa de crear una película de animación de una manera casi exclusivamente artesanal, a través de un proceso en las antípodas del taylorismo. Seis años, 125 artistas, 65.000 fotogramas pintados al óleo replicando la técnica del genio holandés. Todo un triunfo del romanticismo creativo.
Tras un proceso previo de rotoscopia, actores como Douglas Booth (Grandes esperanzas de Charles Dickens), Chris O'Dowd (The IT crowd), Saoirse Ronan (Lady Bird) o Jerome Flynn (Juego de tronos) se transfiguran en el universo pictórico de Van Gogh, se convierten en la versión parlante de sus retratos, dando vida a los protagonistas de sus cuadros como Joseph y Armand Roulin, el doctor Gachet (que trató al pintor en sus últimos días) y su hija Margarita, amén del propio artista. La yuxtaposición de las pinturas marca el hilo de un relato que hurga, desde una perspectiva externa, en los últimos días del pintor, sus relaciones personales a través de una prolífica correspondencia y los motivos de su suicidio.
No os dejéis llevar por la tentación de creer que las virtudes de esta milagrosa propuesta se quedan en sus impresionantes e intachables logros estéticos. Al igual que los trazos postimpresionistas del loco del pelo rojo, está llena de alma, de amor por la belleza, de tormentos por un mundo que muchas veces maltrata a sus criaturas más talentosas y las empuja a sus abismos más profundos. Afortunadamente, Loving Vincent tuvo más reconocimiento del que tuvo en vida el artista y se alzó, con todo merecimiento, con el premio a la Mejor Película de Animación de la Academia del Cine Europea, siendo nominada en la misma categoría en los Oscars y Globos de Oro de 2018.
No, no todo está inventado en el cine, ni mucho menos. Y la cuarentena es el momento idóneo para comprobarlo a través de joyas como esta.