EL (ARDUO) VIAJE DE LA HEROÍNA - ‘FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX’, de George Miller
FURIOSA: DE LA SAGA MAD MAX - Furiosa: a Mad Max saga (2024) de George Miller
Abstenerse de chistes fáciles con el narcotráfico, máxime si se basan en mi condición de oriundo de las Rías Baixas (no porque me moleste, ni mucho menos, sino porque no va de eso el tema). Aquí se ha venido a hablar de una inesperada proeza que logró, hace casi una década, el cineasta australiano George Miller: resucitar una saga de culto de los ochenta, respetando su espíritu, su estética y su tono originales y encima, gracias a la tecnología actual, llevarla al siguiente nivel, sobre todo en lo visual. Un hito que incluso se coló por todo lo alto en la temporada de premios de 2016, algo insólito para una película de acción.
Pero Furia en la carretera contó también con un gran aliciente en lo narrativo… y mitológico, al introducir un nuevo personaje tan rebosante de carisma que acabó eclipsando al héroe nuclear de la saga. Ahora conocemos su rica intrahistoria con esta nueva entrega, spin-off y a la vez precuela, que expande el universo Mad Max por otros derroteros, separados de su personaje titular.
Desde luego, ahí sigue la tan característica propuesta estética de su "matriz", con esas texturas y esa frecuencia acelerada de imagen, si bien el veterano director se muestra algo más contenido y no desata de verdad su frenesí hasta la última hora de la película. Asimismo, los paisajes desérticos de Australia vuelven a ser un elemento factor clave, casi un personaje más, particularmente para sus ya legendarias escenas de acción, sus carreras de cuadrigas postapocalípticas, en esta suerte de "western cyberpunk" que conforma el microcosmos de la saga.
Ahora bien, el verdadero reto de esta película, que afronta la primera aventura del universo Mad Max sin su icónico protagonista, era crearle un trasfondo digno, rico y satisfactorio a esa Imperator Furiosa que, hace nueve años, entró inmediatamente, por la puerta grande y con todo merecimiento, en el "olimpo" de las grandes heroínas de acción de la Historia del Cine. La marcada estructura episódica del relato, en cinco actos bien diferenciados, favorece mucho la digestión de un metraje extenso y, sobre todo, resulta fundamental para trazar el arco de la heroína.
Un viaje del héroe más arduo de lo ya de por sí habitual en este tipo de relatos, pues se debe incluir en la ecuación el rol de reclusión y maternidad forzosa a la que se ven irremediablemente abocadas las mujeres en este universo ficticio. El empeño de Furiosa en la anterior película por liberar a las jóvenes esclavizadas por Immortan Joe no es anecdótico y es resultado precisamente de ese viaje. Un proceso en el que tuvo que hacerse pasar por un chico mudo durante años para ir ganándose la confianza de la comunidad en la que se ha visto condenada a crecer, en el que sólo bajo el mecenazgo de un hombre -el interesante y también carismático Pretoriano Jack (Max Burke), antecesor ya la vez "guiño" a Max Rockatansky- puede, ya al descubierto, progresar dentro de la jerarquía militar de la Ciudadela.
Además, ahora Furiosa no sólo debe sobreponerse a las primeras garras de su futuro villano -y sus acólitos-, sino al "malo" principal de esta película, su particular némesis desde su pronta infancia: Dementus (un más que aceptable Chris Hemsworth), una nueva pieza del bizarro museo de buscavidas, señores de la guerra y demás especímenes tan propios del universo Mad Max. El tour de force entre protagonista y antagonista vertebra los momentos clave de la película de principio a fin, al más puro estilo western (en su variante de venganza), subgénero del que más bebe, sin lugar a dudas, esta saga.
Por otra parte, poco que reprochar a una Anya Taylor-Joy que, en su primer gran reto como heroína como heroína de acción, construye el personaje y sostiene toda la película de manera más que notable. Con todo, no puedo evitar pensar en la alargada sombra de Charlize Theron, primerísima instancia del personaje, cuyo potencial icónico y mitológico se antoja difícil no ya de superar, sino de igualar. Por ese y por otros motivos no se debe pretender comparar la precuela con su "original", demasiado rompedora e intrépida en su día como para pretender alcanzarla, sino algo tan sencilla disfrutarla como el necesario y enriquecedor complemento de aquella que aspira a ser.