LA IMAGEN EN TIEMPOS VIRTUALES
Hoy en día ha cobrado fundamental preponderancia todo lo referido al aspecto que cobran en pantalla los efectos especiales, en cuanto a la manipulación de imágenes y el alcance de lo virtual. Solemos prestar excesiva atención a como se fragmenta lo humano y lo mecánico cada vez más, haciéndose por momentos prescindible la labor del primer factor. Sin dudas, problemáticas contemporáneas que van desde los programas de animación por ordenador hasta el uso de la cámara digital, dos innovaciones que por nombrar entre tantas, rigen hoy en día nuevas reglas en cuanto al desempeño de la estética. Normas aplicadas a causa de la manipulación tecnológica, por parte de una, o por el nulo uso de efectos especiales por parte de la otra, cuando se tiene en cuenta, por ejemplo, al Dogma 95.
Como es sabido, el montaje digital baja los costes de la producción y, por otro lado, Internet posibilita una distribución a gran escala. Respecto de este punto, otra vez nos enfrentamos al tema de quién ostentará el poder económico para poder hacer frente a esta situación. Mientras que, respecto de las nuevas posibilidades que generarían para el cine estas nuevas tecnologías, observamos que hay concepciones contrapuestas: por un lado las nuevas tecnologías soportan una fuerte carga ideológica. Algunos sostienen que los nuevos medios estimulan de forma inherente el comportamiento colaborativo y suprimen los efectos de la estratificación condicionados por nuestra identidad y en consecuencia la pérdida del individualismo. Partiendo del punto de vista renacentista y la gramática tradicional clásica, el mundo actual dista bastante en su tesitura del que conocimos en el Hollywood de la Edad de Oro.
Es cierto mencionar que, aunque muchas voces hablan apocalípticamente del fin del cine, la situación actual recuerda a los inicios del cine como medio y su paso transitivo del mudo al sonoro y del blanco y negro al color. Esto se relaciona con los debates que se originan en torno a esta nueva situación que rescatan temas como: la especificidad, el papel del autor, el espectador, el realismo, la estética. Así, el cine y la teoría del cine se ven transformados por los nuevos medios de comunicación. Dentro de lo hegemónico que puede resultar hoy en día el factor tecnológico en el cine, irrealidad y realidad virtual se mezclan con cierto escepticismo al tiempo en que la imagen y el valor de verdad que le atribuimos cambia rotundamente en la forma en que la percibimos y la definimos como tal. Dado el predominio de imágenes, cuando el enunciador de la imagen ya no necesita un molde del mundo real para otorgar forma visible a sus ideas más abstractas e improbables, el valor de verdad experimenta una profunda transformación.
Por otra parte, cabe destacar que la irrupción casi desenfrenada de la tecnología en el cine, ya sea para bien o para mal, no solo va a modificar los modos de producción de las películas sino también su estética y la filosofía del cine en sí misma. Y va mucho más allá de los efectos especiales que se realizan por computadora que hasta a veces hacen llegar a prescindir de los actores mismos. Este tipo de películas que abundan en efectos especiales tienen su espacio hoy en día en lo que se llama el multiplex o cines multisala, con las posibilidades técnicas que brindan el tipo de formato conocido como IMAX. En nuestros días la discusión respecto del terreno audiovisual ha ganado importancia y la reflexión se ha extendido a distintos soportes, sean éstos fotográficos, electrónicos o cibernéticos. En este sentido el cine debe compartir su espacio con la televisión, los videojuegos, los ordenadores personales y la realidad virtual.
Esta proliferación de nuevos soportes se observa en la producción cinematográfica misma que se presenta, muchas veces, como un espacio de diálogo con lo digital, lo virtual y la televisión mostrándose como un entretejido que entrecruza todos estos soportes. Tomando la cara negativa de esta moneda, la proliferación de Internet como medio masivo y otros soportes como el DVD o Blu-Ray han acrecentado la piratería a lo largo de las últimas décadas, como recurso en construir un circuito de comunicación cada vez más abarcativo. Con lo cual se desvirtúa la esencia del cine, perdiéndose, en todo caso, cierta dosis de su magia innata, sin necesidad de que un estreno llegue a la gran pantalla para poder disfrutarlo.
El cine como arte siempre fue objetivo de revisionismo y redefinición, a pesar de ser un arte "nuevo", con "apenas" un siglo de existencia. Muchos artistas hoy en día intentan redescubrirlo como arte propio y está en su preocupación redefinirlo como tal. A menudo, influye en la concepción de cine de hoy día los avances tecnológicos antes mencionados. Puntos de inflexión que, sin dudas, van de la mano de las innovaciones estéticas que enriquecen el lenguaje y lo hacen variable a lo largo de los años.
Hoy en día, el amplio abanico de recursos que presenta la tecnología nos hace disponer de infinidad de variantes visuales que nos despliegan un aluvión de imágenes que llevan al espectador a un viaje vertiginoso de, definido según ciertos autores como "películas concierto" de montaje fluido y eufórico de imágenes (otros autores las llaman "películas de inmersión" o "películas high concept") que logran resultados sorprendentes. Tienen poco diálogo y mucho efecto especial y, como dicho anteriormente, poco factor humano.
Así, la tecnología no solo ha generado nuevos espacios de visionado de films como los aviones, los aeropuertos, los bares o Internet, sino también ha generado un nuevo cine y un nuevo espectador. El nuevo cine de blockbuster imperante desde los ochenta y posibilitado por enormes presupuestos, megaproducciones, innovaciones en el sonido y la utilización de técnicas digitales, ha favorecido un cine de la sensación. Se ha creado, entonces, un cine del espectáculo. Y he aquí otro aspecto negativo a analizar: en detrimento muchas veces del guión, al que, para llenar huecos narrativos, lo inundan de efectos especiales de absoluta nimiedad. Este juego es parte de lo que ciertos teóricos denominaron la estética de la repetición, vale decir, una sucesión de imágenes tal que hace que la misma se construya en relación con otra, y así sucesivamente. Como resultado, prolifera hoy en día la multiplicidad de lenguajes, alejándonos cada vez más del romanticismo de la individualidad de la teoría de autor, propuesta por los primeros estudiosos del cine a comienzos del siglo XX.
Visto desde otra perspectiva, la industria cultural trabaja los productos culturales que están en el centro de dicha industria, que es parte de lo que la gente consume. Hoy en día es frecuente ver la cartelera repleta de remakes y secuelas donde la originalidad brilla por su ausencia y un círculo vicioso tiende a alimentar esa reiteración cada vez más monótona. Este ejemplo puede verse también, aún con un dejo de fatalismo, como una especie de correspondencia entre la teoría contemporánea y las nuevas tecnologías mediáticas, porque han cambiado los procesos de lectura de un film. Para justificar dicha teoría, la tercera dimensión es el ejemplo más paradigmático al respecto.
Si bien es todavía prematuro teorizar sobre lo que se está desarrollando históricamente y nos atraviesa, considerado como hecho cultural en pleno proceso, se pueden percibir aspectos negativos y positivos del alcance y la relevancia de la tecnología hoy en día. Es una tarea difícil analizar el cine contemporáneo desde la perspectiva con la que vemos el del pasado, ya que la presente y constante cadena evolutiva no detiene su marcha. El cine se transforma y avanza a pasos agigantados y sobre la marcha, el propio espectador descubre todo lo bueno y todo lo malo al respecto, es inevitable.
Como vemos, el boom digital ofrece ventajas y limitaciones sobre un medio de las cuales se puede discutir ambos aspectos, pero teniendo en cuenta el contexto desde donde hacemos nuestro análisis, sin absolutismos. La imagen siempre es permeable al ámbito tecnológico desde donde se la elabore y el hombre sujeto a las circunstancias del medio como forma artística, sin dejar de tratarse-en definitiva- de un negocio.