EL CREACIONISMO DE SCHRÖDINGER – ADIÓS A 'DARK'
DARK (2017-2020), de Baran bo Odar y Jantje Friese
Cuando hace doce años escribí El efecto Rashomon no podía imaginar que un relato audiovisual (en este caso seriado) llevaría las discontinuidades narrativas a otro nivel, intercalándolas de manera que formasen una continuidad cíclica en cuya ruptura radicaría en última instancia, su conflicto nuclear. Eso es Dark, que parte de los viajes en el tiempo y de la teoría del eterno retorno para ampliar su propio microcosmos a la teoría de los multiversos y a la superposición cuántica, junto a un sinfín de referencias, principalmente de la mitología bíblica, pero también del folclore germánico, como los döppelgangers. Parábolas metafísicas y fantasías científicas van de la mano en una de las series de misterio y ciencia ficción más logradas de todos los tiempos, que bebe de clásicos contemporáneos del género como Matrix o Interstellar (el pastiche/tributo a esta última en la series finale es más que evidente).
Desde su primerísimo episodio el flujo de enigmas planteados y teorías encaminadas a resolverlos, tanto desde el propio relato como desde los espectadores, no han parado de incrementarse, con lo cual la temporada final tenía ante sí el arduo reto de dar cierre a todos esos interrogantes (o una parte, al menos) y ofrecer una gran respuesta, ante la cual sería inevitable recibir voces críticas o decepcionadas. Pero, hablando por mí al menos, y ya digerido adecuadamente el desenlace y encajadas correctamente las distintas piezas en mi cabeza, he de decir que el final me ha dejado mucho más que satisfecho.
Comparaciones son odiosas, pero todo hay que decirlo: Lindelof y Cuse, demiurgos de Perdidos, deberían fijarse, una década después, en la brillantez de la que han hecho gala Baran bo Odar y Jantje Friese, creadores de Dark. Mientras aquellos optaron en su última temporada por llevar el relato por otros derroteros para evitar hacer frente a la apilada montaña de enigmas que habían estado acumulando desde el primer minuto (que se demostró eventualmente fruto de una continua improvisación), la pareja teutona se atrevió en el tercer y último acto a elevar al cuadrado e incluso al cubo su complejo entramado, pero no como una huida hacia adelante, sino como parte de un gran plan en el que todas y cada una de las piezas acabaron encajando de manera milimétrica. Porque precisamente en la complicación del berenjenal se iba a encontrar la mejor solución posible al mismo.
Los interrogantes eran numerosos, pero el desenlace da respuesta a la gran mayoría de ellos, y desde luego resuelve todos los que se encontraban en el núcleo central del relato, en su columna vertebral. Personalmente me quedé con ganas de saber un poco más del pasado de Aleksander Tiedemann, pero en último término no era algo tan relevante para el conjunto de la serie. En cuanto a las teorías que propuse poco antes del estreno de la temporada final, en un par de ellas acerté, en el resto no, pero me alegro, pues la solución última a dichos nudos ha sido más sorprendente y lograda. Sobre todo en lo relativo al determinismo, principal tronco semántico del relato.
Efectivamente, tampoco en ese universo alternativo era posible huir del destino escrito, por muchos recovecos y variantes que este plantease. Precisamente la única manera de romper en ese ciclo sin fin era atacar a su origen, que no era interno sino externo, en la línea de la teoría de la causalidad que postulan algunos creacionistas para defender la existencia de Dios. Y no podría haber un Adán y una Eva, controladores de cada uno de esos mundos con mano de hierro, sino hubiese antes de ellos un dios, un creador, pero no voluntario sino accidental.
Continuando la estela de los referentes bíblicos y mitológicos, H.G. Tannhaus se convierte en la chispa inicial, en el Big Bang particular del multiverso de Dark en su propio mundo (el único original), pero no como un ente todopoderoso, sino como la manzana de Eva, como Pandora abriendo la caja, como los arquitectos de la Torre de Babel, como los Titanes desafiando a Zeus. En definitiva, como alguien que quiso jugar a ser Dios (pretendiendo alterar el curso de los acontecimientos, en este caso) y fracasó en el intento, condenado a la humanidad, en el microcosmos particular de Winden, al sufrimiento eterno, en forma de redundancia cíclica.
Pero lo mejor de este desenlace, que escapó a la anticipación de los espectadores, fue la presencia central del factor humano en el mismo, como catalizador, como elemento último que guió desde el principio la motivación de los personajes principales (otro punto para Dark frente a Perdidos). Fueron el amor y el luto por la pérdida de los seres más queridos los que llevaron a H.G. Tannhaus a acometer el experimento fatal que desencadenó todo, a Adam/Jonas a querer acabar con todo (cargándose a su amada, a su madre y a su hijo por el camino), a Martha/Eva a repetir ad eternum el ciclo y a Claudia a encontrar la única solución posible y empujar a estos dos últimos a ejecutarla. Sólo en el mundo original era posible alterar el curso de los acontecimientos. Y así, el amor triunfó y Jonas y Martha se convirtieron en el reverso mesiánico de Romeo y Julieta, de salvar el mundo sacrificando su propia existencia.
Dark requirió constantes actos de fe (más metafísica que religiosa) y esfuerzos cognitivos para comprender el curso de los acontecimientos y llenar los huecos de todo lo que no podíamos entender al momento del visionado. Pero este apasionante viaje no ha podido tener un final mejor.
P.D.: Puestos a continuar con teorías y referencias, ¿acaso la trayectoria de Jonas/Adam no es paralela a la de Anakin Skywalker/Darth Vader? De adolescente fue de repente el "elegido" para combatir contra unas fuerzas que no comprendía, de adulto acaba degenerando por la pérdida de la persona que más quería y se convirtió al "lado oscuro" (el título de la serie no es casual), desfigurando su apariencia por el camino, y de viejo se convierte en el líder de esa oscuridad, para finalmente redimirse a base de sacrificar su propia existencia.
P.D. 2: La perfecta guinda a la fabulosa escena final la puso la nota musical de Nena y su Irgendwie, irgendwo, irgendwann, que ya había sonado en el primerísimo episodio. De cualquier manera, en cualquier lugar y en cualquier momento, Dark ya es historia viva de las series contemporáneas, un hito del misterio y la ciencia ficción en formato seriado.
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