CINEUROPA 2024: LA CRÓNICA (I)

Seguramente lo he dicho mil veces, pero lo diré otras mil más si hace falta: es un milagro seguir contando otro año más en la capital gallega con este "festival de festivales". Y aquí estamos, cubriendo Cineuropa por duodécima ocasión, cuarta consecutiva desde 2021 (estreno de su formato competitivo), y habiendo faltado desde 2014 sólo a la de 2020 (maldita pandemia). Esta su ya 38ª edición tiene como eje temático la reivindicación de la libertad y los valores de la democracia en unos tiempos convulsos, en los que estas se ven seriamente amenazadas… que cada cual saque sus propias conclusiones.

Nos estrenamos el pasado sábado con una interesantísima mesa de debate y el visionado de una de las mejores películas españolas del año.

EL ACTOR'S STUDIO Y LA REVOLUCIÓN DE LA INTERPRETACIÓN: momento de derribar mitos

A propósito del centenario del nacimiento Marlon Brando, Cineuropa dedica toda una sección paralela a la escuela interpretativa de la que surgió y de la que se convirtió en su cara más visible: el Actor's Studio. Para ello, José Luis Losa, director del festival, reunió un panel de altura: Javier Rebollo, cineasta premiado en San Sebastián por La mujer sin piano y El muerto y ser feliz y que presenta en este mismo certamen su última película, La alcoba del sultán; Martin Pawley, "profeta" del Novo Cinema Galego, director y crítico, actualmente en Nós Diario y Caimán; y José Manuel Sande, historiador y programador, con una dilatada experiencia en la Filmoteca de Galicia.

Se puede afirmar, sin tapujos, que el hilo conductor fue la desmitificación: desde el histórico eclipsamiento de las mujeres de esta escuela, como Geraldine Page, Lee Grant o su cofundadora Cheryl Crawford, bajo el histrionismo de sus alumnos más afamados, como Al Pacino, Jack Nicholson o, sobre todo, el centenario Brando; pasando por los métodos tiránicos de Lee Strasberg, su histórico director y gurú; hasta el "aura" que creó en sus egresados y, por extensión, todos los intérpretes que se adhirieron (y adhieren) al llamado "método" -bastante modificado respecto de los postulados de Stanislavski, su supuesto precursor-, hasta el punto de conformar una "secta", en palabras de Rebollo.

Aunque, naturalmente, también hubo notas positivas, como la de destacar el punto de inflexión que este movimiento supuso respecto de la importancia de la figura del actor en las teorías sobre la autoría en el cine. Los ponentes compartieron todo tipo de anécdotas, como la presencia de la psicoanalista de Juliette Binoche en los rodajes, con un rol consultivo continuo; el "si no lo sientes, fíngelo" (las antípodas del "método") que se dice que Hitchcock espetó a Ingrid Bergman en el rodaje de Encadenados; el rol tan nocivo que tuvieron Lee y Paula Strasberg en la deriva depresiva de Marilyn Monroe, o el pulso de Coppola para lograr que Brando protagonizase El Padrino, pues la Paramount prefería a Laurence Olivier, actor de la tradición teatral británica, totalmente alejado de los postulados del Actor’s Studio.

Sin duda, un coloquio más que interesante y enriquecedor, que tuvo como colofón la proyección del clásico Baby Doll, de Elia Kazan, cineasta cofundador de la referida escuela. Dejamos recogidas in situ las intervenciones más destacadas en nuestra cuenta de Twitter.

POLVO SERÁN (2024) de Carlos Marqués-Marcet: el amor hasta el final, más allá del tabú [Sección Oficial Europea]

¿Os imagináis qué surgiría si Alan Ball decidiese realizar un especial musical de A dos metros bajo tierra inspirándose en Bailar en la oscuridad, de Lars von Trier? ¿Y encima, para rizar el rizo, que no se quedase en la cuestión de la muerte, la más inmediata, sino llevase el debate más allá, a la eutanasia… pero no sólo de la persona enferma, sino de su compañero de vida? Pues con esta burdísima hipótesis que me sacado de la manga os podéis hacer una idea de lo que os encontraréis en Polvo serán, la nueva película del catalán Carlos Marqués-Marcet (10.000 km, Los días que vendrán), que llega este viernes a las salas comerciales tras haber triunfado en Toronto y la Seminci, con la Espiga de Plata y una mención especial bajo el brazo.

Mención especial, la del festival pucelano, en reconocimiento a su inspiradísimo dúo protagonista, gran pilar (narrativo, semántico y emocional) de la película de principio a fin: unos pletóricos Ángela Molina (Premio Cineuropa en 2018, por cierto) y Alfredo Castro, que rozan la perfección al retratar esa disyuntiva que se le presenta a las parejas sentimentales que llevan más de media vida juntas… y que un día la muerte llama a la puerta de sólo uno de ellos, pero diciendo que ya no espera más, que ya es la hora. 

El guión, que el director coescribe una vez más junto a Clara Roquet y Coral Cruz, huye inteligentemente de cualquier debate político e ideológico y lo descarta en el plano moral en lo que se refiere a la enferma, ella. Polvo serán está por encima de eso, que es lo esperable, lo predecible, y abraza unos códigos tan propicios para suavizar asperezas como los del musical (mucho más bailado que cantado), con sus ocasionales toques de onirismo y una acertada dosis de humor negro berlanguiano, construye uno de los mejores relatos románticos de los últimos años. 

Naturalmente el dueto principal no se encuentra sólo y sin obstáculos en todo esto. Los conflictos familiares latentes afloran a la superficie, cuando las intenciones ya no pueden ocultarse más, mientras que los fantasmas del egoísmo -no siempre bien entendido- se proyectan hacia todas las direcciones posibles. Superado en el espectador cualquier tufo de frivolidad (más preconcebido que fruto de un pronto análisis, eso sí), muy probablemente entrará de lleno en una película va in crescendo y que, sin necesidad de provocar la lágrima fácil, sobrecoge con un tercer acto redondo. Una de las mejores películas del año.

Ficha técnica

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