EL DESTINO COMÚN DE MOODY Y DRAPER
Nos acercamos al final de un abril seriéfilo en una primavera cargada de despedidas. En este escenario, las temporadas finales de Mad Men y Californication, series que empezaron su andadura allá por el verano de 2007, inicio de la era post-HBO, arrancaron a la par hace dos semanas, algo inédito en sus siete años de andadura “conjunta”, si bien la simultaneidad no será completa ya que la hornada final de la serie de Matthew Weiner se dividirá en dos volúmenes de siete episodios, quedando el segundo de los mismos guardado para el año que viene, al estilo de la temporada final de su ya ex-compañera de cadena Breaking bad.
¿Por qué me empeño tanto en buscar tantas coincidencias entre dos relatos aparente y efectivamente tan diferentes (en formato, tono, estética,... casi todo)? Porque creo que he encontrando un nuevo aliciente para alimentar esa teoría que ya lancé el pasado año a estas alturas (con la season finale de una y la premiere de otra) de que, en el fondo, y sin ningún halo de intencionalidad al respecto en sus respectivos creadores, Hank Moody es, en efecto, “la versión trasnochada, resacosa y explícita de Don Draper, pasando en el intervalo de tiempo (y espacio) que los separa por el filtro de (dándose por descontado el sexo) las drogas y el rock & roll, en un escenario tan idóneo para ello como la industria del entretenimiento de la siempre cálida California”. California como destino final puramente teórico e hipotético, hasta ahora ausente en la ecuación de Mad Men, pero en cuya recta final ha hecho acto de presencia de la manera más relevante y significativa posible.
Como bien expreso en mi análisis de la season premiere de la serie de Weiner (reeditando un año más mi colaboración con el portal TodoSeries), el relato, en esta su última temporada, reparte la actividad de la renovada agencia, SC&P, a ambas costas de los Estados Unidos, tras haber estado toda la vida exclusivamente concentrada en la neoyorquina Madison Avenue, y en consecuencia, la abrumadora mayoría del relato tenía lugar por la banda del Atlántico. Esta división, evidentemente, no se queda en lo coyuntural, en lo funcional, sino que establece claramente una dicotomía entre lo viejo y lo nuevo, entre lo cálido y lo frío y gris, en un contexto en el que un Don Draper hundido seriamente en el averno, con mucho aún que recorrer para alcanzar siquiera el purgatorio. ¿Será eventualmente el cambio de aires, de zonas horarias (como bien si titula dicho episodio) lo que conseguirá sacar finalmente al tan carismático como autodestructivo protagonista de ese agujero negro que llevaba tanto tiempo alimentando?
Aunque lo cierto es que tampoco en California se puede esperar, desde luego, un escenario de cordura y lucidez. Al menos para Hank Moody ha sido todo lo contrario, una espiral destructiva con redundancia cíclica pero paradójicamente adictiva, de la que no puede o quizás ni quiera salir, por mucho que se haya rendido en más de una ocasión a la evidencia de que la costa Oeste lo está matando a pasos agigantados. La gran diferencia aquí es que, llegados a este punto del gran relato de la serie, y teniendo en cuenta que no conocemos la vida anterior en Nueva York de Moody y su entorno más que con contados flashbacks y referencias verbales, esta dicotomía pertenece a un nivel semántico muy inferior. Lo que prima, ahora más que nunca, en plena recta final, es esa búsqueda de la eternidad del amor verdadero, curiosamente en un relato que ha hecho de la promiscuidad desenfrenada, explícita y hasta hilarante una seña de identidad.
Pero, como la narrativa es conflicto, el incorregible escritor no lo tendrá nada fácil, máxime cuando le han crecido, hasta cierto punto literalmente, los enanos, en forma de daddy issues fruto de una de las incontables relaciones anteriores (con Becca ya fuera de escena). A diferencia del protagonista de Flores rotas de Jim Jarmusch, a él sí le toca lidiar con la ya crecida criatura en el momento más inoportuno para ello: la que puede que sea su última oportunidad de un final feliz con la mujer de sus sueños. La dramedia está asegurada.
P.D: En este enlace podréis ir siguiendo las reseñas de Mad Men que vaya publicado en el portal TodoSeries a lo largo de la temporada.
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