LA GUARIMBA 2015: LA CRÓNICA
Es reconfortante descubrir que existen proyectos como los de La Guarimba International Film Festival. Proyectos en los que se dejan ver de forma tan clara las ideas de lucha y pasión por el cine, pero también por la patria chica que es el pueblo de origen. Pero recordemos los inicios del festival: estamos en 2012 y Giulio Vita, estudiante italiano de cine residente en Madrid, decide volver a Amantea, el pueblo calabrés en el que nació. Junto a la ilustradora Sara Fratin y el colectivo El Tornillo de Klaus crean un proyecto de festival de cortometrajes para recuperar el espacio deteriorado de una de las antiguas salas de cine de la zona, desaparecidas casi por completo con la llegada de internet y la crisis económica. Tras muchas visitas, la elegida es el Arena Sicoli, un cine al aire libre que restauran y acondicionan para su uso. En 2013, después de meses de trabajo cooperativo junto a voluntarios venidos de distintas partes del globo, el festival inicia su andadura bajo un lema que resume claramente sus intenciones: "El cine al pueblo y el pueblo al cine".
Han pasado los años y en 2015 el festival ha celebrado hace pocos días, entre el 7 y 11 de agosto, su tercera edición. Frente a las preciosas sillas del Arena Sicoli se proyectaron en las tres secciones oficiales (Ficción, Animación y Documental) diversos títulos y algunas viejas conocidas del público gallego. Una de ellas fue la argentina La reina (2013) de Manuel Abramovich, que pudimos disfrutar en la pasada edición de Curtocircuíto y que en el festival italiano recogió el premio a la mejor idea en categoría documental. Otra La lampe au beurre de yak (Hu Wei, 2013), finalista de los pasados premios Oscar, ganadora del FICBUEU 2014 y presente asimismo en la pasada edición del festival compostelano. Esta última ha sido una de las perlas de este año, que bajo ningún concepto os deberíais perder y sobre la que podéis leer mi opinión aquí.
En la sección de Ficción, las ganadoras fueron Fragments (Aga Woszczynska, 2014), mejor película y fotografía, e Inspection (Gala Sukhanova, 2013), con el mejor guión y director. La rusa sobresale por su solvencia visual y ya se llevó un premio en el Mecal 2015. Personalmente destacaría la intuición cinéfila y metafórica de Chad Galloway y la artista Heather Benning en Dollhouse (2014), donde graban una casa ardiendo que trae a la memoria tanto al Tarkovsky de Sacrificio, como al David Lynch de Carretera perdida, como al humor negrérrimo y socarrón de la alemana Gummifaust (Marc Steck, 2014), con crítica al gafapastismo cultural. Además, la película de Galloway acabó llevándose también dos merecidos premios: mejor sonido y mejor banda sonora en categoría de Ficción.
En el terreno de la animación el festival premió la alemana Roadtrip (Xaver Xylophon, 2014) (mejor película y guión) y a Teeth (Daniel Gray y Tom Brown, 2015) (mejor director y sonido). Ambos son buenos cortometrajes y el premio al sonido de Teeth es escalofriantemente merecido, pero no llegan al nivel de las enormes, alocadas y divertidas Sangre de unicornio (Alberto Vázquez, 2013) y Pandy (Matús Vizár, 2012), premiadas y viejas conocidas de los festivales de cortometrajes internacionales.
El documental ha sido el que nos ha traído más alegrías a los cinéfilos en los últimos años y esa buena salud se deja ver en la ganadora absoluta de la sección. Mejor sonido, mención especial a la fotografía y mejor director para Elena Asins - Génesis (Álvaro Giménez-Sarmiento, 2014), una reflexión sobre el origen creativo de una de las figuras clave del arte conceptual español. La fuerza del documental surge de un cierto tipo de acercamiento a la obra de Asins, introduciéndola en temporalidades y paisajes naturales que nos obligan a buscar sus significantes en latitudes diferentes a las que tradicionalmente ha propuesto la historiografía del arte español. Por detrás de ella, pero con dos importantes premios, mejor película y fotografía, la sueca Autonomus (Alexander Rynéus y Per Eriksson, 2014) se reivindica como una reflexión sobre los límites de la humanidad usando como elemento vehícular a una autómata japonesa de tecnología punta.
En definitiva, un buen festival que merece la pena tanto por su decidido apoyo a iniciativas que apuestan por la revitalización cultural de las zonas más deprimidas como por una cuidada selección de títulos que sirven como relativo escaparate de ciertas tendencias de la creación cortometrajística internacional. ¡Les deseamos la mejor suerte en las próximas ediciones!
Foto de portada: Marta LaFaro