SE ACERCA EL VERANO - DOMINGOS EN SERIE
DOMINGOS EN SERIE (18-05-2014)
Se acerca el verano. Pero no sin antes una buena tormenta en los dominios de Mad Men, que se despedirá del 2014 este domingo. O una fiestaza con rocambolesco resultado en el particular microcosmos de Californication, que vuelve a sus mejores esencias cómicas para avanzar en su última temporada. Y por si fuera poco, los pilares de Poniente están cercanos a su completo derrumbe en Juego de tronos.
Juego de tronos 4x07: Mockingbird
En un mundo de cuervos, el ruiseñor les está ganado la partida en su cara sin que se den cuenta. Juego de tronos confirma la buena forma de su cuarta temporada en cuanto a intensidad global y, sobre todo, en cuanto a la administración de los principales conflictos de la temporada, cuyo esquema saltó por los aires con las revelaciones de First of his name. El sobresaliente cliffhanger de la anterior entrega da paso a un escenario de confrontación inminente que han sabido dejar en suspenso durante un episodio y aprovechado para dotar de solidez a un combate en el que se juega mucho más que una disputa interna de los Lannister. No hacía falta ser muy avispado para saber que Oberyn Martell tramaba algo... simplemente sabemos que sólo esperaba su oportunidad para atacar. La serie nos vuelve a demostrar que los aliados pueden aparecer de debajo de las piedras y de los rincones más impredecibles justo cuando más falta hacen.
Donde sí encontramos movimientos críticos y muy reveladores es en la casa, de acogida, del ruiseñor, que vuela cada vez más alto y sin miedo. Y más que detalles de planes maestros, lo que se desvela de Lord Baelish es su mente retorcida y obsesiva, amante de las cabelleras pelirrojas, cual si fuese salido de la mismísima mente sucia de Hitchcock. Sólo un perfil psicológico de tal envergadura podría explicar un raciocinio tan brillante a la hora de destrozar un castillo con un dedo... meñique. Mientras tanto, las dos extrañas parejas que se han lanzado a la aventura por las campiñas de Poniente, Arya y El Perro, por un lado, y Brienne y Podrick, por el otro, podrían estar cruzando sus destinos antes de lo que piensan... o al menos antes de lo que piensa Arya. Y de ahí puede salir de todo.
No hay calma que dure sin que se avecine, a mayor o menor distancia, otra buena tormenta, al menos en el mundo de la narrativa por entregas. Weiner y su equipo son plenamente conscientes de esto y han preparado un buen vendaval en el que no conviene perder de vista ningún cabo, pues tiene pinta que nos espera una semi-season finale (o primer avance de la series finale, quizás) de órdago.
El episodio se concentra en Nueva York esta vez para que, entre avances críticos hacia el futuro y ajustes de cuentas fallidos con el pasado, el relato vuelva a su verdadera esencia: la expresión de la profunda soledad de los hombres y mujeres de negocios en las grandes urbes. El núcleo semántico del capítulo no es, por tanto, el esperado regreso del misterioso Bob Benson, cuyas verdaderas intenciones y devenir conocemos finalmente, ni tampoco la ampliación del cuadro de socios, convirtiéndolo, por si fuera poco con la reincorporación de Draper y el baile de cuentas y zonas horarias, en una verdadera olla a presión.
No. La esencia del episodio, cuyo clímax cristaliza en forma de momento musical, diegético, viene a poner fin al largo distanciamiento, desde finales de la quinta temporada, entre los verdaderos pilares de Mad Men desde sus inicios, Don y Peggy, precisamente cuando el incómodo escenario de inversión de roles entre ambos llegaba a su punto más candente. Y todo se puede resumir en una frase de Peggy que bien podía pertenecer a las primeras temporadas de la serie: “¿Existe todavía esta familia? ¿Gente que cena y sonríe en lugar de ver la tele?”. Lo que sigue es la cumbre de la ternura en Madison Avenue.
Si tenéis ganas de un análisis más exhaustivo, en este enlace encontraréis las reseñas de los dos últimos episodios para el portal Todo Series.
Nunca nos debimos mudar a Los Angeles, espeta a su desbocado vástago la consternada Julia tras uno de los resultados dantescos (y esperados) de una nueva entrega de “la casa de los líos” en clave fiestón del showbiz californiano tan célebres de esta (tragi)comedia. ¿La excusa? La fiesta del inicio de rodaje de una serie cuyos recursos humanos son cada cual más bizarro y esperpéntico, desde el variopinto equipo de guionistas (con Moody de catalizador involuntario) hasta un protagonista perfecto déjà vu del Samurai Apocalypse de la quinta temporada (autoparodia lisérgica del rapero RZA). Y es que Julia y Hank tienen mucho más en común que un hijo en plena fase cafre: ambos se han visto envueltos en el caos y la demencia desde que cambiaron de costa pero, pese a todo, no pueden vivir sin el aire angelino.
La serie regresa a su tono más hilarante y lenguaraz en un paso de ecuador que modula a la perfección los principales conflictos de la temporada, ya sea llevándolos hasta sus máximas consecuencias (estaba claro que a Levon no le bastaría con una sola vez para romper el hielo e ir a por chicas “reales”), dejándolos en suspenso cómico (Goldie en su grado más esquizofrénico) o introduciendo otros nuevos... y muy jugosos (muy acertado el regreso de Stu Beggs, el secundario más sólido de las últimas temporadas). Todos, menos el conflicto principal, el esperado, que ha quedado completamente al margen en esta entrega, coincidiendo con el primer gran bache en la restaurada relación (de momento casta) entre Julia y Hank, justo cuando los acercamientos iban subiendo cada vez más de tono. ¿Estarán reservándolo todo para la recta final? ¿Será finalmente Julia la última llave o el último remache del cofre de la felicidad eterna de Hank y Karen?
Un comentario en «SE ACERCA EL VERANO - DOMINGOS EN SERIE»