ACERCA DE SAM… Y LOS DEMÁS - ATÍPICO
ATÍPICO (ATYPICAL) - 3ª TEMPORADA
Escribo estas líneas desconociendo el futuro de la serie y su posible renovación para una cuarta temporada. Quedan sin duda muchos cabos sueltos, muchos caminos (narrativos) por recorrer, suficientes para justificar una nueva entrega. Ahora bien, los guionistas no lo fían todo a la incertidumbre y se han encargado de cerrar distintas etapas, a las que convenía ir dando carpetazo para pasar a algo nuevo, o al menos, distinto.
En cualquier caso, Atípico ya es mucho más que "la serie sobre el chico autista" que se planteaba en un principio. La evolución del personaje de Sam, que llega a un plano cada vez más cercano a lo "neurotípico", permite que el relato se centre cada vez menos en las peculiaridades derivadas de su condición (y la manera en que afectan a las personas de su entorno más cercano) y más en conflictos “de gente normal”, tanto del propio Sam como de los diversos personajes, cada vez con mayor peso en el conjunto.
Sam no se ha independizado del todo (de momento) pero es cada vez más autónomo. Se desenvuelve con cada vez más soltura y fluidez en el no siempre fácil entorno de la universidad, en la que está estimulando como nunca tanto su lado creativo como su parte más racional. Se hace cada vez más consciente de la sobreprotección a la que aún lo someten y actúa enérgicamente contra ella.
En resumen, ya no todo gira en torno a Sam, lo que permite "liberar" al resto de los personajes y ahondar más en sus propias tramas. En ese aspecto, la extraña (no) separación de Elsa y Doug alcanza su punto más crítico, con una nueva tercera en discordia, para volver a un punto muerto todavía más incierto que el anterior, en el que sólo la inminente emancipación de Sam y el poco tiempo que pasará Casey en el hogar podrán romper la baraja.
En un giro inesperado de los acontecimientos, la universidad resulta ser un mayor infierno para la "preparada" Paige que para el "vulnerable" Sam. Su relación se fortalece pese a la distancia y las desdichas, que los hacen apoyarse cada vez el uno en el otro. Choca y hasta duele ver que un recorrido académico brillante como el de ella se va truncado de repente por circunstancias totalmente extraacadémicas. Pero si algo le sobra a este personaje, auténtico amor del protagonista, es la fortaleza para volver a levantarse. Su camino de remontada servirá además para repescar a Julia de la irrelevancia en la que había caído tras la primera temporada.
Pero si hay dos personajes que realmente han abierto el melón en esta tercera temporada han sido Zahid y Casey. El mejor amigo (y mentor social) del protagonista se deja llevar por la irracionalidad en una relación con una "chica rebelde" (y veleta), que lo lleva a romper su amistad de cuajo. Pero si algo ha aprendido Sam en esta última temporada es a preocuparse por sus allegados y no sólo en sí mismo, y consigue rescatarlo in extremis de echar su vida a perder… y de paso, recuperar un vínculo fraternal con un pase al siguiente nivel.
Por su parte, Casey suma a sus preocupaciones sobre su futuro deportivo y académico sus sentimientos encontrados entre sus dos amores: el conocido (Evan) y aquel por conocer (Izzie). El gran cliffhanger de la temporada anterior vuela como una mariposa en todo momento pero no pica como una abeja hasta el séptimo episodio. Su otrora némesis es finalmente la elegida, lo que parece abrir la puerta de salida a Evan. Eso sí, las tramas particulares del “ladrón de la tuba” hacen justicia a su personaje, que consigue desterrar los fantasmas de su pasado (hasta ahora desconocidos), encontrar por fin una orientación profesional con futuro y saber llevar de manera racional y hasta constructiva la ruptura.
Como he dicho al principio, estos personajes tienen todavía mucho que decir y que ofrecer. Netflix no debería dejar en coitus interruptus una dramedia que sigue muy fresca y que, pese a la ausencia de premios y nominaciones de prestigio, aporta mucho a su oferta de ficción propia.