LA MÁQUINA DEL TIEMPO - BETTER CALL SAUL
La series finale de Better call Saul -y punto final definitivo del universo Breaking bad, por extensión- contiene hasta tres referencias a los viajes en el tiempo, en momentos bien diferenciados tanto en la duración del episodio como en el punto temporal de este macrorrelato en el que se sitúan, cada una con un interlocutor distinto del protagonista, pero todos ellos con un rol clave, en un momento u otro, en el desarrollo de un personaje que ya es un icono de la televisión.
En la secuencia inicial, enmarcada en la travesía por el desierto mexicano al regreso de su "recado" para Lalo Salamanca, Saul Goodman pregunta a Mike Ehrmantraut a qué momento de su pasado viajaría si dispusiese de una máquina del tiempo, a lo que este responde, tras dudarlo un momento, el día en el que aceptó su primer soborno. En el ecuador del episodio, en el sótano del "señor de las aspiradoras", esperando por sus nuevas identidades (y vidas), el abogado reitera la pregunta a Heisenberg, quien, tras afirmar tajantemente la imposibilidad de viajar en el tiempo ("real y teórico"), reconduce la conversación a su verdadero significado: los lamentos por las acciones y decisiones del pasado -o la ausencia de estas-, que para el exprofesor no es otra que el haber dejado los Schwartz lo apartasen de la empresa que él mismo creó y acabasen haciéndose de oro con sus ideas.
Por último, en la antesala del desenlace, en una de tantas ocasiones en las que Jimmy le lleva la compra a su hermano Chuck, este le pregunta una vez más si no piensa reconducir su camino en la vida, una conversación que el picapleitos ya parece más que hastiado de tener, por lo que se va de ahí, sin más, mientras la cámara nos enseña un ejemplar de La máquina del tiempo de H.G. Wells en la mesa de la cocina.
Puede por tanto concluirse, sin muchas dudas, que esta triple referencia a los viajes en el tiempo no es sino una alegoría de lo que se sitúa realmente en el núcleo semántico de este episodio final, del último acto de la serie y del desarrollo moral de su protagonista: el arrepentimiento, el remordimiento, no ya tanto por todo el daño causado a terceros sino especialmente por los efectos que toda una vida de granuja, primero, de criminal, después, le han afectado en lo personal, en donde más duele. Y en especial, que desapareciese para siempre de su vida Kim Wexler, verdadera piedra angular de Better call Saul y el mejor aporte de esta serie al universo Breaking bad.
Apuntaba en mi comentario sobre la season premiere que el destino de la compañera laboral y sentimental de Jimmy McGill sería el verdadero enigma de esta temporada final, profecía que, más que cumplirse, se ha tornado en algo todavía más trascendente: la explicación de la miseria moral del protagonista, pero también, en última instancia, la clave para su redención final y, a la postre, para el desenlace definitivo de la serie y del universo narrativo.
Justo al contrario que Heisenberg, que ya jamás volvería a ser Walter White y que dedica sus últimos alientos a perpetrar y ejecutar su última venganza, James Morgan McGill, justo cuando tiene a punto de caramelo su burla definitiva al sistema judicial de su país -y una consiguiente condena irrisoria a prisión- decide cambiar el relato, no sin antes forzar la presencia de Kim, y en un ejercicio de arrepentimiento pocas veces visto antes, asume con toda su plenitud las consecuencias de su carrera criminal y decide pasar el resto de su vida entre rejas. Y lo más importante, lo hace bajo su verdadera identidad, dejando de lado, para siempre, el alter ego bajo el que se escudó en los "mejores años" de una vida de canalla (o canallita, según el momento), que queda reducido a un meme para sus compañeros de presidio, a una vitola de leyenda caída. Y es que el título, Saul gone ("it’s all gone"), juego de palabras con su nombre "artístico", no podría haber sido una declaración de intenciones más explícita en ese sentido.
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Mucho más que un universo expandido
Aunque para máquina del tiempo, la del mecanismo narrativo dispuesto por la serie desde su primerísima entrega, pero intensificado más que nunca en esta recta final y que alcanza su cumbre, su punto más álgido, no en este final absoluto, sino en el antepenúltimo episodio, titulado precisamente Breaking bad, guiño y a la vez complemento, desde la perspectiva de Saul, del capítulo que lo dio a conocer por primerísima vez. Ya la secuencia inicial de la season premiere, primer arranque de temporada en color y, por tanto, anterior de algún modo al establecimiento de Gene Takavic -identidad clandestina del protagonista como dependiente de Cinnabon en Nebraska- nos dejaba caer que el juego de saltos entre las distintas líneas temporales adquiriría una mayor complejidad en esta hornada definitiva, y vaya que si así ha sido.
En lo que ha sido una disposición de los eventos arriesgada e inusual, pero finalmente más que acertada, la serie entró en un parón de siete semanas tras el séptimo episodio de temporada -Plan and execution, que muchos han visto como la réplica de la "serie hija" a Ozymandias y se convirtió en el segundo episodio de todo el universo Breaking bad mejor puntuado en IMdB, sólo por detrás de aquel-. La línea temporal del presente de Better call Saul, su arco narrativo desarrollado con entidad propia respecto de la "serie madre", alcanzaba su clímax con el devenir inesperado del gran plan de Saul y Kim contra Howard Hamlin. Una línea temporal que quedaría definitivamente resuelta en apenas los dos primeros episodios tras el parón, primero con la muerte de Lalo Salamanca y después, precisamente, con el verdadero punto de inflexión de la serie, como ya se ha destacado: la decisión de Kim de separarse de Jimmy y desaparecer de su vida "para siempre".
Breaking bad (el episodio, no la serie) supone la cuadratura del círculo de este universo ficticio, de su desarrollo dramatúrgico pero también semántico, así como el culmen de la fórmula maestra desplegada con excelencia por Vince Gilligan y Peter Gould en la despedida de su "criatura". Más allá de constituir la intersección definitiva entre ambas series -y la película El Camino- y llenar la gran mayoría de lagunas narrativas que podían quedar para lograr una cohesión plena del conjunto, define el marco moral y emocional en el que se inserta la fase final de construcción del personaje protagonista, ya bajo la identidad de Gene Takavic, y que acaba eclosionando en el mencionado desenlace que, por inesperado, no resulta incoherente en absoluto.
Todo ello se puede resumir en la llamada del protagonista a su ya exsecretaria Francesca -anunciada en el prólogo de Quite a ride, quinto episodio de la cuarta temporada-, y que marca el inicio de la línea temporal en blanco y negro, con la que Better call Saul empieza y termina: Jimmy comienza a sufrir las consecuencias inmediatas de la actividad criminal desarrollada en Breaking bad -embargo, persecución policial, condena a una vida discreta, etc.-, a la par que evoca el vacío emocional que le provoca la añoranza de Kim, la cual, a su vez, no es sino resultado de las acciones que realiza en Better call Saul.
En conclusión, lo que de primeras se nos vendió como una precuela de Breaking bad, pese a que se iniciaba con imágenes de lo que sería la secuela inmediata de esta, ha acabado siendo un fenómeno narrativo digno de estudio, más allá de los conceptos preexistentes de precuela y secuela e incluso más complejo que un universo expandido: ha ampliado hacia el pasado y el futuro un relato ya aparentemente cerrado, concluido, al que ha complementado y revestido de nuevos matices desde el minuto uno -en particular, en lo que respecta al desarrollo de los personajes ya conocidos en aquel-, a la par que nos ha hecho encontrar mensajes y referencias en la serie original sin los cuales no podríamos comprender, apreciar y disfrutar en toda su plenitud el producto derivado. Y además, por si fuese poco, se encuentra sin duda entre las mejores series de los últimos diez años de televisión, una nueva lección magistral de narración seriada de Vince Gilligan, esta vez junto a Peter Gould.
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La pregunta del millón
Cierro con la respuesta al dilema que puede que muchos lleven buscando desde que comenzó esta serie, especialmente ahora que se ha terminado. ¿Cuál es mejor, Breaking bad o Better call Saul? Pues bien, dar una respuesta simple y directa a este interrogante no le haría nada de justicia a ninguna de las series por separado ni a uno de los más excelentes universos de ficción surgidos en el medio televisivo. Breaking bad se ha ganado por derecho propio el puesto entre las cinco o diez mejores series de la historia y de ahí difícilmente la podrá sacar nadie. Pero el cometido de Better call Saul no fue nunca el de superar a su "serie matriz", sino el de ampliar su relato, enriquecerlo con un sinfín de nuevas tramas, dotarlo de mayor complejidad y, en definitiva, formar entre ambas un continuum, un conjunto inmejorable.
Gracias por todo esto, señor Gilligan.
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